viernes, 24 de enero de 2020

Vida y trascendencia

Vida y trascendencia
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La ancestral y crujiente mecedora se balanceaba leve y perseverante al impulso del anciano Antonio. Los escasos rayos del sol que se infiltraban tímidamente a través de las ramas de los viejos pinos, reptaban en el pórtico de la cabaña acariciando con frialdad su cuerpo y el del viejo Ursus, postrado a su lado. 
            Recostado en la cabecera, aspiró lentamente su pipa, y el humo tibio lo invadió, lo dejó reposar en su boca y lentamente, con un gesto de satisfacción, lo exhaló. Volteó hacia el animal y le expresó suavemente:
            ­—Viejo amigo, hemos vivido un largo rato, ¿no?
            El can volteó a verlo, movió dos veces la cola, retornó a colocar su cabeza entre sus patas delanteras, y reanudó su dormitar.
            —¿Sabes qué, Ursus?... envidio tú simpleza de vida: comer, dormir, reproducirte de vez en cuando y… morir. No buscas trascender, eso te simplifica todo.
            El animal levantó nuevamente la cabeza, emitió un gruñido —que podía haberse interpretado como: “¡Qué sabes tú de mi vida interna! Te acompaño en tus alegrías, desdichas y soporto con humildad el estado de ánimo en que te encuentres; tú solo me alimentas”,y… se acomodó para seguir dormitando. 
            Antonio dio otra fumada, y continuó su monólogo:
            —Para el humano vivir es difícil, por su necesidad de trascender, Ursus. Compite durante toda su existencia para destacar en cada actividad que emprende, para ser reconocido, para ser recordado… También, asume creencias religiosas que le prometen otra vida: el fin: trascender.
            Ursus lo miró con indolencia, emitió un amplio bostezo, sacudió su negra cabeza y…, volvió a dormitar.
            —¡Míralo de esta forma, Ursus: fui un buen estudiante, reconocido por mis compañeros y maestros… trascendí. En las compañías donde trabajé, llegué a ocupar altos puestos, y generé nuevas tecnologías, por las que obtuve altos reconocimientos… trascendí. Establecí un buen matrimonio con Helena; tuvimos tres hijos a los que les dimos cariño y educación; ahora tienen sus propias familias; también ahí, he trascendido…
            Como bien sabes, soy religioso, obedezco los ordenamientos de la iglesia, por lo que espero se cumpla la promesa de una nueva vida después de la muerte, pudiendo así… trascender.
            Aspiró lentamente el humo de su pipa, y al exhalarlo, comentó:
 ¡Lamento qué siendo un animal fiel, al que quiero, no puedas estar conmigo en el paraíso!...
Ursus se levantó extendiendo su cuerpo con placer, miró fijamente a Antonio como si quisiera decirle: ¡Iluso, y pendejo!... Meneó su cabeza, se desembarazó y, con parsimonia, se dirigió al jardín.
24 de enero de 2020