viernes, 23 de mayo de 2025

Ojo por ojo

Ojo por ojo


La noche era pesada y oscura, flotaba en el ambiente una bruma que arropaba las conciencias con una fría humedad entumeciendo el sigiloso andar del grupo. El callejón, iluminado vagamente por la débil y amarillenta luz, mostraba las proyectadas sombras hasta confundirlas con la negrura del horizonte. El lodo del camino, colgándose de los zapatos, dificultaba el caminar de todos chapaleando sordamente en cada paso.

En el silencio de la noche, se escuchaba esporádicamente el lejano ladrido de un perro insomne, buscando cobijo para pernoctar. Comandados por la pequeña figura, llegaron a la última e improvisada casucha, se pusieron los pasamontañas, desenfundaron sus armas y… con una fuerte patada, echaron abajo la endeble puerta, sorprendiendo a los tres individuos qué ahí se encontraban.  Entre gritos de asombro, trataron de huir, escapar por la pequeña ventana, pero fue inútil, tuvieron que rendirse. Los maniataron, encapucharon y los llevaron a la casa acordada dónde los encerraron en una estrecha habitación.

         

⏤ Estimados vecinos: los he reunido en mi casa para que deliberemos sobre las acciones de protección contra las bandas de maleantes que asolan diariamente a nuestra colonia. Todos hemos sufrido constantes asaltos en las calles y robos en nuestras casas. Conocemos a los ladrones y los hemos delatado a la policía, pero no se hace nada y al rato ya andan de nuevo en la calle… 

La que hablaba era Matiana, dueña de la casa y líder reconocida en el barrio.

En un caos de intervenciones, donde prevalecieron las pasiones, gritos y enojos, se discutieron durante horas las medidas de seguridad y, ante la desesperación del grupo promotor de la reunión, se llegó a recomendaciones de precaución individual. La asamblea se disolvió y solo permanecieron los vecinos que habían convocado. Matiana dijo enfurecida: 

            ⏤ ¡No los entiendo! Su pasividad ha motivado que los ladrones hagan lo que se les antoje en este barrio. Creo que debemos darles su merecido: ¡Ojo por ojo y diente por diente! ¿No les parece? 

Su metro y medio de estatura pareció crecer ante el enojo y la decisión del discurso. Y agitando con su iracundo hablar, la corta melena pajiza se alteró y su tez morena adquirió la rigidez lívida de una furia contenida. Su voz. vigorizó el discurso. Hizo una pausa, y posteriormente, propuso la creación de la Brigada de la justicia.

¿La qué? ...preguntaron todos. 

        Matiana les señaló que esos pandilleros no entenderían hasta que la gente de la colonia tuviera el valor de defenderse, por lo que proponía la formación de un grupo que se encargara de castigar a los ladronzuelos. 

           

Se abrió la puerta de la habitación y una voz femenina se dirigió a ellos violentamente:

⏤ ¡Hola trío de imbéciles! ¿Creyeron qué no sabíamos quiénes eran? ¿Que seguirían protegidos por las autoridades? 

¡Sepan que toda su pandilla está identificada y sabemos cómo localizarlos!, han sido juzgados y sentenciados por La Brigada de la justicia, sus robos en las calles y casas habitación, tendrán consecuencia siempre. La gente del barrio está unida y se defenderá. Su sentencia en esta primera ocasión es: 

Una calentadita a su friolenta humanidad y mandarlos a la Delegación de la policía como lo que son: ¡ratas!

pero si vuelven a robar en esta colonia, se les eliminará. ¡Avísenle a su pandilla!

Se abrieron las puertas traseras del vehículo y rodaron por el pavimento tres fardos, que se incorporaron lenta y dificultosamente frente a la Delegación de la policía, donde fueron entregados, con los ojos y bocas sellados con cinta adhesiva.