domingo, 20 de agosto de 2017

"No lo puedo evitar"

"No lo puedo evitar"
Gárgamel

El chispeo constante de la madrugada lo asediaba en su deambular vacilante sobre la Avenida Francisco Sosa. Un melancólico alumbrado lo acompañaba bregándo contra la depresión de la inconsolable noche.
Su caminar errático lo llevó al jardín de Santa Catarina, ¾sitio enmarcado en un ambiente señorial por sus edificaciones coloniales. La figura oscura de la antigua capilla limitaba el horizonte visual de su mirada nerviosa que, con desesperación hurgante, escudriñaba el entorno. Del sombrero de ala corta escurrían gotas presurosas en espontáneos senderos a la gabardina oscura que le cubría el cuerpo. Sentado en una banca, agachó la cabeza, reposándola sobre las palmas de las manos aún manchadas del granate delator de la última víctima. El color se diluyó lentamente al asomar lágrimas de rencor y odio en su rostro contraído por la ira. Se levantó intempestivamente, alzó los brazos amenazando al cielo con los puños, y un rubor súbito, llamarada de rabia que se agolpó en su cara, lo invadió congestionando por segundos sus facciones, hasta desembocar en un grito estentóreo, que brotó como lava ardiente en la desolada plaza, replicándose en los muros ancestrales:
¡Miserable, desgraciada! ¡Puta!... ¡puta!..., ¡cada vez que me la hagas…  la pagas! ¡Muere, madre!, ¡muere!
Se quedó sollozando en silencio el resto de la noche, recibiendo sobre su cuerpo lastimeras lágrimas celestes, incapaces de disolver pecados.
“Tenía un oscuro presentimiento de qué aún no había concluido todo y de que pronto cometería de nuevo algún crimen espantoso, que borraría con su magnitud el recuerdo de su anterior delito” *
Al clarear el día llamó a la policía. Con voz temblorosa hizo su denuncia:
¾¡Maté a mi madre!..., el cadáver está en la calle de Progreso, en Coyoacán.
¾¡Deténganme!, por lo qué más quieran. ¡No lo puedo evitar!... Siento la necesidad de asesinar, y… disfruto hacerlo. Tengo miedo de entregarme, dejé ahí mi cuchillo…

Abrió la puerta y escuchó el llamado lastimero:
¾Julián, hijo mío ¿dónde andabas? Francisco y yo hemos estado preocupados toda la noche por ti. Te buscamos con tus amistades y, finalmente, hablamos a la policía.
Tratando de contener con ambas manos las abundantes lágrimas, se dirigió a la madre, gritándole:
¡Ya te dije qué no quiero a ese hombre en la casa!, ¡me quitó mi lugar!, ¡me desplazó!... ¡Ya no me amas!
Francisco ya se fue. Báñate y vente acostar.
Levantó la sábana y se deslizó al lado del cuerpo tibio y desnudo, de respiración entrecortada, que anhelante le tendió los brazos y lo estrechó con pasión.

El sonido ininterrumpido del timbre los despertó, la madre se cubrió con la bata y salió a abrir la puerta. ¿Quién es?
            El detective Godínez, ¿señora Aurora Pastrana?
¿Se encuentra su hijo, Julián?...

*Mary Shelley
20 de agosto de 2017


domingo, 6 de agosto de 2017

Violencia






Violencia
Gárgamel


Existen dos maneras de ser feliz en esta vida,
una es hacerse el idiota, y la otra, serlo.
Sigmund Freud

Enrique, no puedes acabar con el narcotráfico y la violencia. No has hecho tu trabajo. Si el ejercito de México le tiene miedo a los malvados, ¡el de Estados Unidos, no!... Tendremos que ayudarlos.
Si, señor presidente…
Y no quiero que vuelvas hablar de que los mexicanos no pagarán el muro, porque eso me desprestigia ante mis votantes…
No, señor presidente.
Aunque el acoso verbal es violencia, y humillación; y sé que el presidente Trump es egoísta y soberbio, me honro con su amistad, y consideraré la propuesta de que me reelija como Presidente. Seguramente, conoce mi alta popularidad.