jueves, 19 de noviembre de 2020

El cristal con que se mira

 


El cristal con que se mira

Gárgamel

En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, 
todo es según el color del cristal con que se mira”.
Ramón de Campoamor y Campoosorio 

(1817-19019

Merendó el tradicional chocolate y el pan de dulce, entre las pláticas insulsas y repetitivas de su madre y abuela; con cierto apuro, se desprendió de la malqueriente crítica al vecindario, apuró el último sorbo de la aromática bebida y se despidió con una sonrisa enmarcada aún por las delicias de los sabores degustados. Levantó de la silla la torpeza de sus treinta y cinco años, e irguió su famélica figura; ajustó los pesados lentes en el aguileño soporte, y con paso presuroso se dirigió a su habitación. 


Encendió el computador y su perfil emergió con impetuoso orgullo. La imagen bella y varonil que se había creado, lo deleitó: Cabello largo, trigueño, descansando en una orla desparpajada sobre los hombros y el rostro de profusa varonilidad; la sonrisa cálida y atrayente revelaba ternura y sus verdes ojos tranquilidad y seguridad. El torso musculoso enfundado en un suéter con cuello de tortuga denotaba el buen gusto en el vestir. Había seleccionado el personaje que lo caracterizaría después de escudriñar largo tiempo perfiles de actores en agencias de publicidad. “Valió la pena haberle rogado a mi madre que pagara el costo de la contratación de las imágenes. Y es que, en mi marea creciente de obsesión por un ser perfecto, fabrico espejismos —fuertes, esbeltos, bellos—, quizá porque solo sé amar cuando soy irreconocible”, pensó.

La encorvada figura, seleccionó uno de los diez nombres del archivo novias: Felícitas. Se conectó a su correo electrónico y escribió:

Hola amor, he estado pensando mucho en ti, reviso constantemente el correo y si no veo mensajes, me angustio, entristezco. Ayer por la noche, después de un día pleno de juntas en la empresa y de tomar decisiones que involucraron millones de pesos, fui al Club de Industriales a una cena con el embajador de Austria. Estaba distraído, porque cuando él me hablaba de importaciones y exportaciones, yo estaba pensando en ti. Llegando a casa proyecté en una pantalla las imágenes y videos que me has enviado, me excité disfrutando tu belleza y las originales posiciones de las tomas. Ansío conocerte físicamente. En cuanto mis actividades profesionales lo permitan, lo haré. Sígueme enviando tus eróticos videos, ya que son la motivación para apresurar nuestro esperado encuentro.

Con mi amor

 Arnulfo


Envió el escrito y remitió el mismo mensaje a los correos de Gladys, Esperanza, Rutilia, Ausencia, Isidra, Apolonia, Gracia, Angustias y… Amanda. Pasó varias horas editando los videos e incorporándolos a su sitio porno: “Supremas”.


—¡El timbre no deja de sonar! y nadie abre. ¡Mamá, abuela, atiendan!… Ante el mutismo, se descobijó, calzó las pantuflas y se encaminó a la puerta del departamento. Al abrirla, emitió el nombre con un quejido: 

—¡Felícitaaas¡…

—¡Sí!, y tú ¿Quién eres?, busco a Arnulfo, mi novio… La policía cibernética me dio esta dirección…

Con la cara demudada por el nerviosismo, responde:

—Ya no vive aquí.

—Y tú, ¿Cómo me conoces?...


19 de noviembre de 2020.


viernes, 6 de noviembre de 2020

Quimera


Quimera 
Gárgamel 
Flotaba en el ambiente la amarillenta luminiscencia de una lámpara junto al sillón donde fumaba y leía; el humo del cigarro partía del cenicero y se elevaba en espiral entreverándose con el sonido de la música suave, lenta y pegajosa que emitía el reproductor, estableciendo una armónica sinergia que impregnaba el lugar de placidez. 
    La lectura de la novela fantástica, me llevó a las andanzas de una hermosa golem˙morena de cabellera negra y abundante, que caía sobre la descubierta espalda entornando parte de su escultural cuerpo; los ojos negros, resguardados por largas pestañas, fulguraban alegría y se reflejaba en su bello rostro; y un djinn˙˙ alto, fornido, de facciones toscas y pelo ensortijado, que no ocultaba en su antigua vestimenta, su origen.        La obra, situada en las postrimerías del Siglo XIX en Nueva York, me envolvió. Me imbuí en sus aventuras, seguí a los protagonistas en el deambular nocturno en la ciudad: del barrio judío al sirio, del latino al irlandés… Ninguno de los dos, dormía. Después de observar los dos, que fueran donde fueran, los seguía de cerca, los vigilaba, los acosaba, se acostumbraron a mi presencia como si fuera parte de la trama... 
     Beatriz, la golem, estaba diseñada para hacer hasta lo imposible por complacer a los humanos, su inventor, un sabio alemán, la llevó a Nueva York para vivir sus últimos días con ella; fueron pocos, la lujuria pronto lo acabó. 
      Con el tiempo, Beatriz notó que había una falla en su diseño: “Un hombre, borracho y trastabillando le sonrió y le acercó sus pensamientos nublados por la lujuria. Para su sorpresa, se dio cuenta de que este era un deseo que no deseaba cumplir”* 
      Debido a mi sociabilidad y programación de ella, me fue sencillo entablar amistad. Ahmmad, el Djinn, un pillo redomado, difícil, taimado y mentiroso, era simpático y charlatán, tardó en aceptarme. El tipo tenía poderes mágicos que utilizaba con frecuencia, satisfaciendo caprichos y aligerando nuestras vidas.   
    Una madrugada, después de vagabundear por la ciudad, platicábamos en un arbolado parque, iluminados tenuemente por un farol que salpicaba claridad sobre la alfombra umbrosa y fría del otoño. Fuera del contexto de la plática, Ahmed, nos invitó a conocer su casa. Con la rapidez de un rayo, llegamos a una montaña cubierta de maleza, y entre ella, se abría un tajo. Nos introdujimos, alumbrados por luces que el djinn iba prendiendo con indolentes ademanes. Al fondo, sobre unas piedras, una rara y oscura botella. Ahmed se paró frente a ella, le quitó el tapón y extendiendo el brazo nos señaló: —¡Mi casa! Pronunció palabras ininteligibles y en un suspiro, nos encontramos en el fondo: un palacio árabe, de amplios espacios, columnas, arcos, cúpulas, pisos bellamente adoquinados y alfombras… 
    Recostados en cómodos cojines, escuchamos su historia: 
    —Hace mil quinientos años mi tribu combatió contra los Ifrits, espíritus paganos, que con la ayuda de Iblis˙˙˙, nos derrotaron. Me condenaron a vivir en esa botella hasta que alguien la encontrara y la abriera. Una vez hecho esto, la obligación es estar dentro durante el día hasta encontrar un inquilino permanente. Hace unas semanas, un pastor abrió la botella y salí convertido en demonio, el campesino huyó desaforadamente… 
    Pero, dejémonos de historias tristes y bebamos vino realmente añejado. A la tercera botella, nos dimos cuenta de que Ahmed se tardaba mucho en regresar del baño… 
    Calculo que llevamos Beatriz y yo doscientos años en la botella. Yo no sé de que se quejaba Ahmed: vivimos como reyes, no envejezco, ella no se ha descompuesto, sigue bella y satisface cada uno de mis caprichos. Esto es el paraíso… 

6 de noviembre de 2020 

 . golem, ser animado fabricado a partir de materia inanimada 
.. djinn, espíritu de la mitología árabe preislámica. 
˙˙˙ Iblis, diablo 
*La Golem y el género (Helene Wecker)