viernes, 6 de noviembre de 2020

Quimera


Quimera 
Gárgamel 
Flotaba en el ambiente la amarillenta luminiscencia de una lámpara junto al sillón donde fumaba y leía; el humo del cigarro partía del cenicero y se elevaba en espiral entreverándose con el sonido de la música suave, lenta y pegajosa que emitía el reproductor, estableciendo una armónica sinergia que impregnaba el lugar de placidez. 
    La lectura de la novela fantástica, me llevó a las andanzas de una hermosa golem˙morena de cabellera negra y abundante, que caía sobre la descubierta espalda entornando parte de su escultural cuerpo; los ojos negros, resguardados por largas pestañas, fulguraban alegría y se reflejaba en su bello rostro; y un djinn˙˙ alto, fornido, de facciones toscas y pelo ensortijado, que no ocultaba en su antigua vestimenta, su origen.        La obra, situada en las postrimerías del Siglo XIX en Nueva York, me envolvió. Me imbuí en sus aventuras, seguí a los protagonistas en el deambular nocturno en la ciudad: del barrio judío al sirio, del latino al irlandés… Ninguno de los dos, dormía. Después de observar los dos, que fueran donde fueran, los seguía de cerca, los vigilaba, los acosaba, se acostumbraron a mi presencia como si fuera parte de la trama... 
     Beatriz, la golem, estaba diseñada para hacer hasta lo imposible por complacer a los humanos, su inventor, un sabio alemán, la llevó a Nueva York para vivir sus últimos días con ella; fueron pocos, la lujuria pronto lo acabó. 
      Con el tiempo, Beatriz notó que había una falla en su diseño: “Un hombre, borracho y trastabillando le sonrió y le acercó sus pensamientos nublados por la lujuria. Para su sorpresa, se dio cuenta de que este era un deseo que no deseaba cumplir”* 
      Debido a mi sociabilidad y programación de ella, me fue sencillo entablar amistad. Ahmmad, el Djinn, un pillo redomado, difícil, taimado y mentiroso, era simpático y charlatán, tardó en aceptarme. El tipo tenía poderes mágicos que utilizaba con frecuencia, satisfaciendo caprichos y aligerando nuestras vidas.   
    Una madrugada, después de vagabundear por la ciudad, platicábamos en un arbolado parque, iluminados tenuemente por un farol que salpicaba claridad sobre la alfombra umbrosa y fría del otoño. Fuera del contexto de la plática, Ahmed, nos invitó a conocer su casa. Con la rapidez de un rayo, llegamos a una montaña cubierta de maleza, y entre ella, se abría un tajo. Nos introdujimos, alumbrados por luces que el djinn iba prendiendo con indolentes ademanes. Al fondo, sobre unas piedras, una rara y oscura botella. Ahmed se paró frente a ella, le quitó el tapón y extendiendo el brazo nos señaló: —¡Mi casa! Pronunció palabras ininteligibles y en un suspiro, nos encontramos en el fondo: un palacio árabe, de amplios espacios, columnas, arcos, cúpulas, pisos bellamente adoquinados y alfombras… 
    Recostados en cómodos cojines, escuchamos su historia: 
    —Hace mil quinientos años mi tribu combatió contra los Ifrits, espíritus paganos, que con la ayuda de Iblis˙˙˙, nos derrotaron. Me condenaron a vivir en esa botella hasta que alguien la encontrara y la abriera. Una vez hecho esto, la obligación es estar dentro durante el día hasta encontrar un inquilino permanente. Hace unas semanas, un pastor abrió la botella y salí convertido en demonio, el campesino huyó desaforadamente… 
    Pero, dejémonos de historias tristes y bebamos vino realmente añejado. A la tercera botella, nos dimos cuenta de que Ahmed se tardaba mucho en regresar del baño… 
    Calculo que llevamos Beatriz y yo doscientos años en la botella. Yo no sé de que se quejaba Ahmed: vivimos como reyes, no envejezco, ella no se ha descompuesto, sigue bella y satisface cada uno de mis caprichos. Esto es el paraíso… 

6 de noviembre de 2020 

 . golem, ser animado fabricado a partir de materia inanimada 
.. djinn, espíritu de la mitología árabe preislámica. 
˙˙˙ Iblis, diablo 
*La Golem y el género (Helene Wecker)

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