domingo, 19 de septiembre de 2021

OASIS

Oasis

Gárgamel

…Y así, decidí ver cada desierto
 como la oportunidad de un oasis…
Walt Disney

—¿Están afuera? preguntó Nicolás a sus cinco hijos, que escrutaban tras los visillos de la ventana.
—Sí, está el de la renta, Don Chon el tendero y dos más no conocidos, le dijo Samuel; ya tocaron tres veces, mi madre les señaló que no estás, qué vengan por la tarde.
Nicolás terminó su café, dio la última mordida a la concha y limpiándose el bigote, tomó su caja de herramientas, subió a la azotea y sosteniendo con la mano el sombrero de paja de su cabeza, corrió por los techos de varias viviendas de la vecindad hasta llegar a la casa de la señora Julia, pidiendo le permitiera salir por su puerta.
Llegó a la Catedral Metropolitana y fijó su cartel en la reja: Se acen travajos de plomería, pintura y albañilería. Después de tres horas de estar sentado, esperando clientela, con la angustia de no poder conseguir algo de dinero para la comida y el pago de sus deudas, decidió entrar del templo. 
Lo recibió el eco de un silencio hueco, oloroso a incienso; el arrobo de la inmensidad pétrea y el aroma de la madera labrada. El conjunto de iconos adosados a las paredes, transmitían amor, paz y tranquilidad. Se sentó y pidió al Creador lo ayudara a salir de la situación de pobreza y penuria de su familia. Una sensación de paz y tranquilidad lo invadió reconfortándolo, haciendo que se relajara y quedara dormido. Una hora duró el amodorrado éxtasis. Quería por siempre retener el oasis que en medio de turbaciones y fracasos se le había revelado. Un brío nuevo e intenso lo acometió: el deseo de cambiar de facto el rumbo de la vida propia y familiar. Al salir, con su navaja abrió el cepo de las limosnas y tomó su contenido, agradeciendo al Señor su bondad y esplendidez.
Por la noche llegó a su casa, por el mismo camino de la salida en la mañana, juntó a la familia y giró las instrucciones a los cinco hijos y esposa:
—¡Nos vamos, ahora! ¡Tomen todo lo indispensable de ropa y lo que puedan cargar!
Desde este momento, ya no soy para ustedes papá, soy el Pastor Pedro, de la iglesia “La Nueva Resurrección”, que fundaremos en el pueblo al que lleguemos a vivir.
19 de septiembre de 2021


domingo, 12 de septiembre de 2021

ATRAYENTE LLAMADA

 ATRAYENTE LLAMADA 

Gárgamel


La muerte nos sonríe a todos…

                                     Marco Aurelio


La madre de Alberto llegó presurosa al colegio, habían llamado porque tenía dolor de cabeza, estaba mareado y había vomitado sobre el pupitre. Llegando a casa lo bañaron y metieron a la cama. Inquieto por la fiebre que lo hacía sudar, se revolvía en la cama. Con desesperación se quitaba las sábanas que lo cubrían; murmuraba espaciados quejidos indicando que le retumbaba la cabeza como si lo martillearan por dentro. A sus siete años, Alberto no entendía lo que le sucedía, sólo sollozaba y pedía que terminara el dolor. 

En un intranquilo entresueño abrió los ojos y con la visión nublada vio a sus padres moverse lentamente, como si flotaran, hablando y gesticulando ante el médico.

Una incesante sed le resecaba la lengua y garganta. Dormitaba, agitados y perturbadores sueños de seres fantásticos que lo acosaban y perseguían… ¡Despertó sobresaltado, al ver tras la ventana, una esfera amarillenta y brillante del tamaño de un gran globo, que giraba y giraba, acercándose! Distinguió, en medio de ella, la figura de un conejo que se paraba de cabeza y enderezaba —sonrió a pesar del malestar. El cansancio lo venció, aunque el dolor no le permitió dormir tranquilamente. El sudor lagrimeó las sábanas y un frío húmedo impregnó su cuerpo. Comenzó a temblar sin contenerse y a castañetear los dientes sin parar… La madre le puso otro cobertor, comentándole que lo envolvería como tortilla. Alberto sonrió y al quedarse solo, trató de reposar. 

Abrió los ojos y frente a él, ocupando toda la ventana, vio la faz de la luna; sus ojos y boca cubriendo el espacio. Sonriendo lo llamó por su nombre e invitó a ir con ella; explorar el espacio, conocer estrellas; a volar, dejarse ir impelido con liviandad en el aire como gaviota sobre el mar. Le cautivó la propuesta, el sonido leve y tranquilizante de la llamada, la fascinante calidez de la voz que lo emplazaba y la dulzura al expresarlo.

se sintió liviano y libre surcando el espacio. Durante el vuelo, miró hacia abajo y distinguió su cuerpo en reposo sobre la cama. Siguió a la atractiva palabra y atravesó la ventana, confiado en la sutil melodía y la paz que le inspiraba el sentirse bien y sin dolor… feliz.

12 de septiembre de 2021