domingo, 12 de septiembre de 2021

ATRAYENTE LLAMADA

 ATRAYENTE LLAMADA 

Gárgamel


La muerte nos sonríe a todos…

                                     Marco Aurelio


La madre de Alberto llegó presurosa al colegio, habían llamado porque tenía dolor de cabeza, estaba mareado y había vomitado sobre el pupitre. Llegando a casa lo bañaron y metieron a la cama. Inquieto por la fiebre que lo hacía sudar, se revolvía en la cama. Con desesperación se quitaba las sábanas que lo cubrían; murmuraba espaciados quejidos indicando que le retumbaba la cabeza como si lo martillearan por dentro. A sus siete años, Alberto no entendía lo que le sucedía, sólo sollozaba y pedía que terminara el dolor. 

En un intranquilo entresueño abrió los ojos y con la visión nublada vio a sus padres moverse lentamente, como si flotaran, hablando y gesticulando ante el médico.

Una incesante sed le resecaba la lengua y garganta. Dormitaba, agitados y perturbadores sueños de seres fantásticos que lo acosaban y perseguían… ¡Despertó sobresaltado, al ver tras la ventana, una esfera amarillenta y brillante del tamaño de un gran globo, que giraba y giraba, acercándose! Distinguió, en medio de ella, la figura de un conejo que se paraba de cabeza y enderezaba —sonrió a pesar del malestar. El cansancio lo venció, aunque el dolor no le permitió dormir tranquilamente. El sudor lagrimeó las sábanas y un frío húmedo impregnó su cuerpo. Comenzó a temblar sin contenerse y a castañetear los dientes sin parar… La madre le puso otro cobertor, comentándole que lo envolvería como tortilla. Alberto sonrió y al quedarse solo, trató de reposar. 

Abrió los ojos y frente a él, ocupando toda la ventana, vio la faz de la luna; sus ojos y boca cubriendo el espacio. Sonriendo lo llamó por su nombre e invitó a ir con ella; explorar el espacio, conocer estrellas; a volar, dejarse ir impelido con liviandad en el aire como gaviota sobre el mar. Le cautivó la propuesta, el sonido leve y tranquilizante de la llamada, la fascinante calidez de la voz que lo emplazaba y la dulzura al expresarlo.

se sintió liviano y libre surcando el espacio. Durante el vuelo, miró hacia abajo y distinguió su cuerpo en reposo sobre la cama. Siguió a la atractiva palabra y atravesó la ventana, confiado en la sutil melodía y la paz que le inspiraba el sentirse bien y sin dolor… feliz.

12 de septiembre de 2021


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