domingo, 31 de octubre de 2021

SABE MÁS EL DIABLO POR VIEJO QUE POR DIABLO

 MÁS SABE EL DIABLO POR VIEJO, QUE POR DIABLO

Gárgamel

Seguía como hacía varios lustros, atendiendo la miscelánea de un pueblo de casas de adobe, revestidas de un manto polvoso y en permanente desolación e indiferencia; se alineaban a la vera de las terrosas calles salpicadas de huizaches que, con atisbos de verdor, retocaban el árido paisaje. Permanentemente en las afueras de población, las constantes tolvaneras rodaban cachanillas* en la candente superficie matizada de matorrales. La escasa población, vivía de la ganadería extensiva de ovejas y cabras, de la elaboración de artesanías y de las remesas que los familiares mandaban del vecino país.

Todos lo conocían como Don Faustino, dueño de la tienda de abarrotes que vendía desde alimentos hasta lo necesario para reparar y construir casas. Vivía en simbiosis con la comunidad, conformando un Sistema Circulatorio que sostenía a la población.

Hacía una semana, había llegado Heladio, uno de los siete hijos de Samuel, que tenía su ranchito por el arroyo chico. Resguardado por varios jóvenes ensombrerados, con camisas a cuadros, cinturones anchos, botas picudas y semblantes malévolos, trataban de atemorizar al tendero con actitudes agresivas. Heladio se acercó al mostrador y con voz imperativa, le dijo:

—Don Faustino, a partir de hoy, se acabaron sus problemas de abastecimiento de mercancías e inseguridad, hará con nosotros sus pedidos de insumos y tendrá seguridad permanente por una módica cuota semanal que incluye el derecho de piso. 

Sorprendido, pero no amedrentado, el tendero, mirándolo fijamente le contestó:  — Mira, Heladio, yo no tengo problemas de inseguridad, aquí nadie roba ni asalta y para mis mercancías, ya tengo proveedores.

—Como quieras, Faustino, ¡lo pagas tú o Doña Gloria, tú esposa!…

Cuando se quedó solo, lo pasado le explotó y llenó todo su cerebro de angustia y desesperanza; nervioso, comenzó a escarbar en él, soluciones… Llegó la noche y con la tranquilidad de una sonrisa, le dio un beso a su esposa y se fue a dormir.


Entraron con el paso firme y sonoro de las botas sobre las baldosas y vociferando intimidatoriamente: ¡Faustino!, ¡Faustino!, ¡venimos a cobrar tu cuota semanal!

—¿En que te puedo servirte, hijo?

—¡Papá, ¿Qué haces aquí?!

—A partir de esta semana soy el encargado de la tienda, ¿Qué se te ofrece?...

31 de octubre de 2021

*esfera de arbustos que ruedan con el viento.


domingo, 3 de octubre de 2021

CLAROSCURO

 CLAROSCURO


Gárgamel


El carácter de Almonte es frío, avaro y vengativo.

Maximiliano de Habsburgo.

…Es un espurio.

Benito Juárez

En mi ancianidad, recogido en este convento de San Juan Bautista, del poblado de Tiripetío, rememoro constantemente el cumplimiento del mandato hecho por el General José Maria Morelos después de la Muerte de Brigida Almonte, madre de  Juan Nepomuceno: la tutela y el cuidado  de su pequeño sobrino —en la tropa se rumoraba con sorna, la bastardés del infante. ¿Mas, quien tiene la altura moral para juzgar la vida de otros? 

La encomienda, difícil… muy complicada, porque el arrapiezo era rebelde, impulsivo, beligerante y líder de un grupo de mozalbetes dedicados a asediar y burlarse de los soldados Realistas. Desde el inicio fue una relación de confrontaciones y desacuerdos, pero entrañable y de respeto mutuo. 

Acompañamos al General en sus batallas, como la de Acapulco y el sitio de Cuautla. Juan comandó a su aguerrida tropa de mozuelos en apoyo a los combatientes, con Narciso Mendoza, su incondicional amigo, que se ganó el mote del “Niño artillero”.

  Con el tiempo, Juan se incorporó a la diplomacia y yo, a la vida religiosa. La amistad que nos unía permitió el flujo constante de cartas y el conocimiento del acontecer de su vida. Supe así, que participó con el General Santana en la batalla del Álamo, en la separación de Texas; que fue Embajador en Estados Unidos de Norteamérica; que, como Ministro de Guerra, defendió a Veracruz de los estadounidenses y fue hecho prisionero. En una triste misiva desde su reclusorio, concluye:

…Así, estimado Fray Lorenzo, con el alma destrozada por el dolor de ver a mi México querido postrado a los pies del invasor, le reitero mi más sentida consideración y el deseo de que Dios guarde a vuestra merced.

Sus comunicaciones, como brisa eventual y refrescante, incorporaban en mi mente la gallarda imagen y ambición porfiada de un  luchador nacionalista. Sus epístolas fueron cambiando de tono cuando se incorporó al Gobierno de Anastasio Bustamante, dando un giro en sus convicciones políticas. La aristocracia lo cautivó,  creyó en la monarquía como solución a los problemas del país. En sus cartas llegadas de Europa me manifestaba la intención de invitar a un príncipe para constituir un Imperio. Mi disgusto y recriminación contribuyeron a desbastar la relación patriarcal que nos unía… Dejé de recibir contestaciones. 

Al fin, trajo al príncipe, lo convirtió en Emperador y… ¡provocó otra guerra!