domingo, 3 de octubre de 2021

CLAROSCURO

 CLAROSCURO


Gárgamel


El carácter de Almonte es frío, avaro y vengativo.

Maximiliano de Habsburgo.

…Es un espurio.

Benito Juárez

En mi ancianidad, recogido en este convento de San Juan Bautista, del poblado de Tiripetío, rememoro constantemente el cumplimiento del mandato hecho por el General José Maria Morelos después de la Muerte de Brigida Almonte, madre de  Juan Nepomuceno: la tutela y el cuidado  de su pequeño sobrino —en la tropa se rumoraba con sorna, la bastardés del infante. ¿Mas, quien tiene la altura moral para juzgar la vida de otros? 

La encomienda, difícil… muy complicada, porque el arrapiezo era rebelde, impulsivo, beligerante y líder de un grupo de mozalbetes dedicados a asediar y burlarse de los soldados Realistas. Desde el inicio fue una relación de confrontaciones y desacuerdos, pero entrañable y de respeto mutuo. 

Acompañamos al General en sus batallas, como la de Acapulco y el sitio de Cuautla. Juan comandó a su aguerrida tropa de mozuelos en apoyo a los combatientes, con Narciso Mendoza, su incondicional amigo, que se ganó el mote del “Niño artillero”.

  Con el tiempo, Juan se incorporó a la diplomacia y yo, a la vida religiosa. La amistad que nos unía permitió el flujo constante de cartas y el conocimiento del acontecer de su vida. Supe así, que participó con el General Santana en la batalla del Álamo, en la separación de Texas; que fue Embajador en Estados Unidos de Norteamérica; que, como Ministro de Guerra, defendió a Veracruz de los estadounidenses y fue hecho prisionero. En una triste misiva desde su reclusorio, concluye:

…Así, estimado Fray Lorenzo, con el alma destrozada por el dolor de ver a mi México querido postrado a los pies del invasor, le reitero mi más sentida consideración y el deseo de que Dios guarde a vuestra merced.

Sus comunicaciones, como brisa eventual y refrescante, incorporaban en mi mente la gallarda imagen y ambición porfiada de un  luchador nacionalista. Sus epístolas fueron cambiando de tono cuando se incorporó al Gobierno de Anastasio Bustamante, dando un giro en sus convicciones políticas. La aristocracia lo cautivó,  creyó en la monarquía como solución a los problemas del país. En sus cartas llegadas de Europa me manifestaba la intención de invitar a un príncipe para constituir un Imperio. Mi disgusto y recriminación contribuyeron a desbastar la relación patriarcal que nos unía… Dejé de recibir contestaciones. 

Al fin, trajo al príncipe, lo convirtió en Emperador y… ¡provocó otra guerra!


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