jueves, 26 de octubre de 2023

Una raza superior

 Una raza superior

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El ruido ensordecedor de las máquinas entrando por la calle principal, anunció la avalancha de odio irracional, que en torbellino de violencia, llegaba intempestivamente al pueblo de San Marcos, colindante con la presa El Triunfo, en la oscuridad verdosa de las altas montañas de la Sierra Madre. 

Cuál aves de rapiña cercando a su presa, decenas de motocicletas coparon las entradas y salidas del poblado, impidiendo la movilidad de las personas, que amedrentadas, se refugiaron en sus hogares cerrando puertas y ventanas. Individuos con cascos de extraños adornos, chamarras o chalecos de cuero con el símbolo de la suástica en la espalda, botas altas y pañoletas rodeando el cuello e individuos de cabezas rasuradas o melenudos con espesas barbas comenzaron a apearse de sus vehículos.

Con megáfono en mano el líder del grupo se plantó al centro de la plaza principal. El pecho al descubierto mostraba un gran tatuaje del águila Nazi y los dos rayos, característicos de la Gestapo. Anunció:

⏤ ¡El día de hoy, tomamos este pueblo para fundar la Nueva Alemania! Será el inicio de una nación de pureza étnica nacional. Fortaleceremos la creación de una nueva raza, Desde ahora, seré su Führer, su dirigente, que los llevará a alcanzar niveles altos de desarrollo y ampliar, a corto plazo, nuevos territorios.

El tenso silencio se infiltró en una bruma pesada por las casas y comercios, impegnando de un viscoso temor a las familias. Se abrió una puerta y con paso lento la figura delgada de una mujer de mediana edad avanzó hacia el autoelegido líder. Con lenguaje pausado y tono cauteloso, le expresó: ⏤Mi Führer, el consenso de la población es aceptar su liderazgo y someternos al mandato. Sólo le pedimos que nos permita celebrar una misa en la ermita de la montaña para rezar por la nueva era.

⏤Adelante, acudan con su dios, mientras designamos a las nuevas autoridades.

El párroco del pueblo, con la capilla llena, al llegar a la eucaristía, leyó del Génesis 7, el Diluvio: …⏤El señor dijo: “¡yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches!”… 

Las esclusas de la presa se abrieron de golpe vomitando olas gigantescas que arrasaron a la Nueva Alemania y a su raza superior.


 





jueves, 12 de octubre de 2023

Decisión

 Decisión

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En el  comedor, con el pastel de la celebración de dieciocho años sobre la mesa, el matrimonio observaba  la escalera por la que bajaban, con risas y comentarios chuscos, los hermanos. Adela y María, las mayores y Oscar, el celebrado. Las mini faldas estampadas y cortas, continuadas por unas medias oscuras delineaban las delgadas figuras juveniles. Los  peinados de las tres cubrían con tersura el cuello y resaltaban el sutil maquillaje.

El rostro del padre se ruborizó y en un estallido de cólera, avanzó hacia la escalera; con los ojos inyectados de sangre y espumando saliva por las comisuras de la boca, le espetó a Oscar a centímetros de su cara:

¡Jotos en mi casa, no! ¡Jamás lo aceptaré!

Lo cacheteó con brusquedad hasta hacerlo trastabillar. La segunda cachetada explotó los sollozos del jóven mientras sus mejillas coloreaban el dolor y los gemidos entrecortados, recibían la incomprensión y el desprecio. 

La madre y las hermanas, gritándo con desesperación, se abalanzaron sobre el agresor para impedir el castigo. 

Oscar se levantó y con la firmeza que le proporcionaba su convicción, se dirigió a su padre y con femenina voz, lo enfrentó:

—Padre, siempre has sabido que soy diferente, quisiste que me endureciera obligándome a practicar deportes bruscos. Te respeté y traté de practicarlos, pero fui la burla de todos mis compañeros, como lo he sido en la escuela y en la vida: acosado, degradado, anulado, despreciado…

¡Entiende, soy mujer, en el cuerpo de un hombre!

¡Y a partir de hoy, afrontaré mi realidad al precio que sea! Voy a iniciar una nueva vida… 

Tomás abrió la puerta y al abandonar Oscar el hogar, las velas del pastel  apagaron su luz con el aire frío de la noche.

Los callejones estrechos albergaron su húmeda soledad  y cuando los rayos de una sutil claridad iluminaron las tejas rojas de los techados, deslizándose por los muros cuál culebras doradas,“le sorprendió ver que la Ciudad dormitaba todavía”* 

Caminaba sin saber adonde ir derramando su angustia sobre el pecho, cuando las hermanas la alcanzaron:

—¡Regresa, hermosura, mamá te espera! Te hemos buscado por todas partes, papá nos abandonó.

*Oh, Ciudad de los sueños rotos

John Cheever


miércoles, 4 de octubre de 2023

Reconciliación

Reconciliación

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El viento frío de la madrugada filtraba la triste figura de Inocencio recargado en el añoso árbol frente al balcón de su amada Obdulia, esperaba que el día amaneciera, con una rosa roja entre las manos y la esperanza de recuperar la relación rota. 

Había vagado por la ciudad en una confusión angustiante que le oprimía el corazón y le impedía razonar con coherencia. Obdulia  con sus negros ojos plenos de cólera le había dicho tajantemente:

— ¡Ya no te quiero..., contigo no hay futuro…, eres el peor error de mi vida... No quiero saber más de ti!

A pesar de todo, estaba dispuesto a recuperar al amor de su vida y para lograrlo, “tenía que tener presencia”, se dijo.

Cuando la belleza de los ojos negros salió  por la mañana rumbo al trabajo, se apartó del  viejo árbol de la calle de Francisco Sosa y  la enfrentó, ofreciéndole su amor en una flor. Obdulia la tomó, la tiró al suelo, la pisoteó y siguió caminando con  la soberbia de una diva y el desprecio de su altivez en el horizonte, hasta abordar el autobús.

La esperó al salir del restaurante a la hora del almuerzo. Caminaba desparpajada y sonriente, escoltada por dos compañeros de trabajo. Se econtró a Inocencio, que con una caja de chocolates y una sonrisa, le ofrecía el postre. El rostro se tornó áspero, desagradable, colérico. Tomó el regalo, repartió el contenido a los amigos y siguió su camino, sin dirigirle siquiera la mirada…

Por la tarde, al salir del trabajo, Obdulia se dirigía a la parada de autobuses en Avenida Universidad, cuando fue interceptada por dos individuos con intención de subirla a un automóvil estacionado frente a ellos. Se defendíó a patadas, arañazos, forcejeando con desesperación y angustia, pero la sometieron. Cuando la introducían al automóvil, sintieron una andanada de puñetazos y patadas en el cuerpo, de tal manera que , para defenderse, abandonaron a Obdulia. Sacaron sus cuchillos y contraatacaron apuñalándolo, dejando el cuerpo sangrante de Inocencio sobre la acera, al emprender la huída.


En el hospital, antes de fallecer por las heridas, Inocencio recibió de Obdulia un beso de agradecimiento… Él pensó que fue de reconciliación.


Octubre 4 de 2023