Armonía
Sin una familia, el hombre,
solo en el mundo, tiembla de frío.
André Maurois
Murió la abuela y heredé su
espejo. Al descolgarlo me sorprendieron unos olores salobres y una suave brisa
acarició mi rostro al contemplar desde la ventana el plácido turquesa del mar caribe.
Era una reliquia ancestral como las fotografías familiares que lo rodeaban,
enmarcando generaciones en disonancia. La abuela pasaba horas enteras en la recámara.
Tras la puerta se le escuchaba platicar, discutir, reír y llorar. En vida le
preguntamos sobre el extraño comportamiento, y nos respondía: actualizo mi historia
familiar. La edad la chifló, decíamos, y la dejábamos disfrutar sus locuras.
Ubiqué el espejo frente a mi cama, y mi vida cambió… Traje los retratos familiares
al cuarto, rescindí el contrato de televisión, y desde entonces paso las noches
armonizando a mi ancestral familia.
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