Masacre
Gárgamel
Los
rayos candentes del sol de mediodía caen afanosamente sobre la vieja carreta, que
crujiente transita al final del camino pedregoso. El viejo, con la aguijada en
la mano, azuza al buey para mantener el paso. El lento caminar del animal en
señal de duelo, enseñorea la partida de un pueblo hacia la memoria
colectiva. La tristeza le encorva el cuerpo; la desolación como fiel compañera sombrea
cada movimiento, aprisionándolo a la historia como las cadenas a un galeote. Lleva la masacre
de su pueblo sobre la carreta, un
símbolo, una mancha más del género humano; el genocidio de aquella comunidad en un país
plagado de corrupción, impunidad y odio. La tristeza y el rencor, no son suyos…
son de la humanidad. La carreta llega al final del camino… y avanza hacia su
destino, difuminándose en el horizonte.
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