lunes, 22 de abril de 2019

Ser o no ser



Ser o no ser…

Gárgamel

Mi mente comenzó a preñarse de sueños sugeridos por Julio Verne, al amparo de una pequeña lámpara de buró. Página tras página, de pequeño abordé junto con el profesor Aronnax la fragata que iría tras un cetáceo destructor de  embarcaciones. El naufragio  de la nave proporcionó el encuentro con el capitán Nemo y su increíble submarino de tecnología desconocida. Esas noches, conforme el cansancio me doblegaba y la fantasía tomaba el timón de los sueños, viajé y luché en  los paraísos insinuados. El amanecer era triste, costaba trabajo vencer la pesadumbre y el adormilamiento me sujetaba sentado al borde de la cama en un juego de ensueños, mientras mis padres me apuraban para ir a la escuela, y  hacía el esfuerzo por reunir el ánimo necesario para iniciar un día de hazañas a la hora del recreo, tal vez dirigiendo un bote de basura como si fuera el gran “Nautilus”.
Las noches representaron  la posibilidad de viajes y peripecias: De la tierra a la luna, Cinco semanas en globo, La vuelta al mundo en 80 días… En la oscuridad de mi cuarto se exacerbó mi imaginación con Emilio Salgari, cuándo de la mano de Sandokan, “El tigre de la Malasia”, salí a sorprender embarcaciones inglesas en los mares del Sudeste Asiático o, en pos de la hermosa dama: la “Perla de Labuán”; también, fuí conducido por Aejandro Dumas, a batirme con los esbirros del Cardenal Richelieu, acompañado de Athos, Portos y Aramis.

La juventud rebelde me confrontó con la fe, diluyéndola en una vorágine de certezas hasta masacrarla con El origen de las especies  de Darwin y El materialismo dialéctico de Engels y Marx.  Mi gran conflicto comienza a fraguarse al pensar en el desarrollo de la humanidad: viviendo la dicotomía de una sociedad capitalista, cuya subsistencia se basa en el egoísmo, y pensando en una economía social que propone la distribución equitativa de los recursos. Leer a Víctor Hugo en  Los miserables, me ubicó en un mundo cruel de pobreza y ambición.  Cinco razones para ser liberal, de Diego Sánchez de la Cruz, en favor de una economía de mercado, me confirmó lo injusto e inequitativo del sistema en que vivimos, contrariamente a la tésis del libro.
“Ser o no ser, esa es la cuestión… “ escribió Shakespeare, y eso hago todos los días:
Comencé a coexistir con mi némesis primero en el interior, y posteriormente en la diaria existencia. Por un lado, los placeres del consumismo me llevaron al abuso de las tarjetas hasta caer en el buró de crédito y a esconderme de mis acreedores, tratando de conservar la imagen de buen burgués ante la sociedad; y por el otro, sufriendo la vida proletaria retrechado en  un lúgubre cubículo de una oficina de gobierno.
soy fifí de medio pelo viendo los noticieros de Televisa, leyendo el periódico Reforma, escuchando a Loret de Mola y López Dóriga, y comentando en los bares de Polanco en contra de la política actual, pero estoy afiliado a Morena, voté por el Peje, y apoyo férreamente a la Cuarta Transformación en las discusiones con los compañeros de oficina.
Ser o no ser… ese es mi dilema
21 de abril de 2019

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