lunes, 23 de septiembre de 2019

El recorrido de un escritor por España


El recorrido de un escritor por España

Gárgamel

Una noche de fiesta ¾de amena plática, discusiones políticas, y confesiones íntimas¾ diluida lenta y placenteramente con buenos vinos, terminó cuando el sopor de la madrugada nos atrapó. Salimos al frío húmedo de la calle y a la grisura de un incipiente despertar de la vida citadina. La leve bruma nos envolvió al salir, e iniciamos el camino a casa en la amodorrada ciudad. Caminábamos encorvados, con la vista fija en las sombras que nos precedían y en el mutismo consecuente del cansancio físico. Cuatro cuadras nos separaban de nuestro hogar; cuatro cuadras… una epopeya. Ateridos y desfallecientes, arribamos al edificio. Varios vecinos, nos saludaron al salir presurosos a sus trabajos.

Comenzó la lectura individual de los cuentos elaborados en el taller. El tema: “El recorrido de un escritor por España”…
            En la segunda fila de sillas, frente al pizarrón, escuchaba los relatos. Cansado y con el malestar por el desvelo, no entendía a plenitud las exposiciones…
            “…caminaba por los estrechos callejones de la ciudad de Granada…”
            Recargué la espalda sobre el respaldo y estiré las piernas debajo de la mesa mientras escuchaba:
            “…La Alhambra, una ciudad palatina andalusí… un conjunto de palacios, jardines y fortaleza… alojamiento del monarca Alhamar y  la corte del Reino nazarí de Granada…”
            La voz se perdía poco a poco… las imágenes de la descripción se iban conformando en mi interior; veía, sentía y oía lo que el lector describía;  El ruido repentino de una silla al moverse, me despabiló. Sacudí la cabeza, y presté nuevamente atención… era otro relato:
“Caminando por las veredas de La Mancha con el fiel Escudero como testigo de mi ancestral sabiduría, le platicaba de los enormes luchadores por la justicia…  Amadis de Gaula, Felixmarte de Hicarnia, y otros, que se batían a muerte por el honor de las doncellas… combatientes que derrochaban valor contra los malandros seguidores del mal...”
Me acomodé nuevamente y crucé los brazos frente a mi pecho, mientras seguía escuchando el relato…
“…Lo vimos acercarse cabalgando una briosa bestia negra, sabíamos que era el Caballero de la blanca luna… Bajó la visera, agachó su lanza, espoleó al corcel, y nos acometió… “
¡Recibí el impacto sobre mi cuerpo, y salí disparado hacia atrás!...

Caí con estruendoso ruido, volcamiento de sillas y rodé, cual vil fardo, a los pies de mis compañeras…

 21 de septiembre de 2019


domingo, 8 de septiembre de 2019

Inventiva


INVENTIVA
Gárgamel
La escuela secundaria rural, cercana a las icónicas cuevas de Garadé y del Diablo, era el feudo del profesor Severo Quiñones, que ejercía con rigor justiciero su labor docente en el pueblo de Alcalá de Júcar, en la provincia de Albacete, España.  
El día del examen final, el profesor entró al salón con el gesto austero de su rostro enarbolado de grandes bigotes. La corpulenta figura se balanceaba ligeramente en señal de inquietud, mientras los estudiantes entraban. Portaba el saco gris, desgastado por años de docencia, que últimamente, mostraba su incapacidad para cubrir el abultado abdomen contenido heroicamente por la botonadura de una camisa que alguna vez fuese blanca. Sólo el sombrero de paja descansaba plácidamente en el escritorio, en espera del término de la evaluación.
Los estudiantes se ubicaron finalmente en sus lugares. Don Severo levantó el brazo y señaló a un estudiante:
José Sánchez ¿Qué le pasó en el brazo que lo trae enyesado?
Fractura, profesor. En el juego de ayer me caí sobre una piedra.
¿Puede escribir? o… ¿se lo hago oral?
¡No, profesor!, puedo escribir bien.
Bueno, aquí están los exámenes, distribúyanlos. Tienen una hora para contestar.
El maestro observaba; en un momento, dio la  espalda al grupo y se acercó al pizarrón, se acomodó los lentes y giró intempestivamente:
Pedro López, no se mueva. Con paso lento llegó al pupitre, metió las manos debajo de las piernas del alumno y… sacó una tira de papel escrita con letra minúscula.
Salga del salón, compañero, está reprobado. Entiendan, muchachos, llevo tanto tiempo en el negocio de la enseñanza, que dificilmente me podrán engañar.
El trabajo de  los alumnos continuó sin incidentes. José Sánchez ¾el “Pepillo”, para sus amigos¾ sostenía la cabeza con el brazo lastimado asentado en el pupitre; escribía sin detenerse, mientras  deslizaba una tira de papel bajo la cobertura de yeso. Fue el primero en contestar las preguntas, pero entregó el examen después de que lo hicieron varios compañeros.
Cuando depositó el ejercicio, el catedrático tomó el documento y le dijo:
          —A usted, lo califico ahora. No necesito ver el examen para saber que tiene diez, pero le pondré siete, por dos razones: la primera, porque al hacer el acordeón tuvo que leer y sintetizar la respuesta, en eso hay aprendizaje; y la segunda, porque me enseñó un nuevo método para copiar, eso es inventiva y: A la larga, siempre acierta el que se fía del genio. Puede irse. Le encargo la escayola para mi colección de acordeones.

 8 de septiembre de 2019