El recorrido de un escritor
por España
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Una noche de fiesta ¾de amena plática, discusiones políticas, y confesiones
íntimas¾ diluida lenta y placenteramente con buenos
vinos, terminó cuando el sopor de la madrugada nos atrapó. Salimos al frío húmedo
de la calle y a la grisura de un incipiente despertar de la vida citadina. La
leve bruma nos envolvió al salir, e iniciamos el camino a casa en la amodorrada
ciudad. Caminábamos encorvados, con la vista fija en las sombras que nos
precedían y en el mutismo consecuente del cansancio físico. Cuatro cuadras nos
separaban de nuestro hogar; cuatro cuadras… una epopeya. Ateridos y
desfallecientes, arribamos al edificio. Varios vecinos, nos saludaron al salir
presurosos a sus trabajos.
Comenzó la lectura individual de los cuentos
elaborados en el taller. El tema: “El recorrido de un escritor por España”…
En
la segunda fila de sillas, frente al pizarrón, escuchaba los relatos. Cansado y
con el malestar por el desvelo, no entendía a plenitud las exposiciones…
“…caminaba
por los estrechos callejones de la ciudad de Granada…”
Recargué
la espalda sobre el respaldo y estiré las piernas debajo de la mesa mientras
escuchaba:
“…La Alhambra, una ciudad palatina andalusí… un conjunto de palacios, jardines y fortaleza…
alojamiento del monarca Alhamar y la
corte del Reino nazarí de Granada…”
La voz se perdía poco a poco… las
imágenes de la descripción se iban conformando en mi interior; veía, sentía y
oía lo que el lector describía; El ruido
repentino de una silla al moverse, me despabiló. Sacudí la cabeza, y presté
nuevamente atención… era otro relato:
“Caminando por las veredas
de La Mancha con el fiel Escudero como testigo de mi ancestral sabiduría, le
platicaba de los enormes luchadores por la justicia… Amadis de Gaula, Felixmarte de Hicarnia, y otros,
que se batían a muerte por el honor de las doncellas… combatientes que
derrochaban valor contra los malandros seguidores del mal...”
Me acomodé nuevamente y
crucé los brazos frente a mi pecho, mientras seguía escuchando el relato…
“…Lo vimos acercarse
cabalgando una briosa bestia negra, sabíamos que era el Caballero de la blanca
luna… Bajó la visera, agachó su lanza, espoleó al corcel, y nos acometió… “
¡Recibí el impacto sobre mi
cuerpo, y salí disparado hacia atrás!...
Caí con estruendoso ruido,
volcamiento de sillas y rodé, cual vil fardo, a los pies de mis compañeras…
21 de
septiembre de 2019
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