lunes, 11 de mayo de 2020

Duda, incertidumbre, repudio o, negación


Duda, incertidumbre, repudio o negación…
Gárgamel
En la seductora penumbra de un ambiente romántico las lamparillas sobre las mesas invitaban a imaginar una noche estrellada, y el ambiente íntimo que se respiraba, a sobornar la pasión del ser amado con la melosa y taimada música que interpretaba el trío. Ordenamos un fondue, ensalada y una botella de vino merlot. La pista se iluminó y con alegres pasos, el presentador, de aspecto delicado y peinado descuidadamente arreglado, anunció: “¡El Restaurant-bar Luxury, tiene el orgullo de presentar la única pastorela de diversidad sexual en el país, acojámoslos con un fuerte aplauso!”.
            ―Creo que nos equivocamos, amor. No es lo que creíamos… –comenté.
            ―Luego luego dejas ver tu visión machista del mundo, haz a un lado los prejuicios y disfruta el espectáculo, Arturo…
            Traté de no enturbiar el aniversario y concentrarme en la obra: en el escenario, dos féminas demoniácas muy varoniles, acosaban a un arcángel alto, tosco y delicado… sonreí y me desentendí de la representación. Adriana reía y acompañaba con aplausos algunas acciones…
            Nos trajeron la cena cuando la pastorela llegaba a su fin. Brindamos por nuestro aniversario, y con circunspección, exploré el entorno entre la bruma pesada de un ambiente saturado de música, voces y diversidad sexual que privaba en el lugar. Adriana estaba a gusto, yo… nervioso. Se me quedó viendo con una sonrisa y, me enfrentó:
            —Arturo, creo que eres homófobo y conservador; considero que por eso no te cae bien mi primo Salvador; se nota forzado tu trato con él…
            —¡Tú, y tus elucubraciones! ¡Chavita me cae muy bien!, es muy agradable y atento.
            —¡Ya ves!, ¡ya ves!, hasta al nombrarlo, lo feminízas…
            —¿No le dicen así en tú familia? Es su mote, ¿no?...
            Un dosel de silencio cubrió la comunicación, nos volvimos a resguardar en el  mundo interior de confrontación y reproches almacenados. Seguimos comiendo y bebiendo en el mutismo discordante del bullicio exterior. En la divagación de la mirada, vislumbré una mesa cercana a la pista, como de seis o siete hombres bien vestidos que departían animadamente, algunos se paraban a bailar las suaves cadencias de música romántica que interpretaba el conjunto.
            Me econtré con la mirada de él observando nuestra mesa; pensé qué tal vez, le causábamos extrañeza por ser la única pareja heterosexual en el recinto. Su parecido al titular del noticiero nocturno de la televisión, era notable: alto, de buen porte, elegantemente vestido, pelo negro ondulado y espeso bigote. Desvié la vista al sentir el acoso persistente de sus penetrantes  ojos.
            Incomodo por la situación, le dije a Adriana que nos fueramos. Aceptó con un ligero movimento de cabeza. Pedí la cuenta, mientras ella se levantaba para ir al baño.
            Lo vi parárse y caminar hacia mí. Erguido era más alto de lo que yo pensaba. Sentí que me iba a golpear y me removí del asiento con intención de que no me pegara estando indefenso… A dos pasos de distancia, se detuvo; el corazón me dio un vuelco y las palpitaciones de mi corazón aumentaron, el bochorno me invadió, y comencé a transpirar… Traté de incorporarme, sin lográrlo. Levanté la vista hacia los cautivadores ojos negros, y al brazo que se dirigía hacia mí. Con una sugestiva sonrisa, dijo:
—¿Bailamos?...

           
11 de mayo de 2020 
           

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