domingo, 6 de junio de 2021

UN AMIGO DE LA INFANCIA

 UN AMIGO DE LA INFANCIA

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Cada vez su memoria fallaba más. En un mar de confusiones y espacios vacíos, los eventos se filtraban en la turba oscura de una inconsciencia desmayada, laxa, endeble, que eludía constantemente los desesperados esfuerzos de la escrutación razonada de sucesos recientes.Trataba de minimizar ante la familia las lagunas mentales, con la finalidad de que no se preocuparan o se le ocurriera mandarlo a una institución especializada que se encargara de su atención. 

Se asombró: “¡Estoy en el parque Hidalgo en Coyoacán!, sentado frente a la fuente de los coyotes, rociado por el relente matinal e iluminado por los rayos amarillentos que asoman desde el costado lateral del templo de San Juan Bautista, más, no sé cómo salí de casa y llegué aquí”. Con la mirada recorrió floresta y senderos que parten de la fuente y distinguió el lugar dónde se colocaba Don Pepe, el fotógrafo del parque, lo vió con su cámara de tripié cuadrada capturando miles de imágenes de los visitantes del jardín y recordó cuando acudía a revisar su catálogo, para encontrar amigas y solicitar copias de sus fotografías. Frente a él vislumbró, dónde ahora está un restaurante, la fachada Art déco del cine Centenario y comenzó a rememorar las aventuras que pasó en la niñez y adolescencia en ese lugar por las tardes-noches, con funciones de tres películas por un peso y cincuenta centavos.

En el caminar ondulante y desmadejado de una persona que se acercaba, identificó a Francisco —el “Patotas”— que con su sempiterna sonrisa lo saludó: 

—Hola “Orejón”, tanto tiempo sin verte, He cruzado océanos de tiempo para encontrarte*, pero aquí estás…

—Sí, vine a reposar un rato y recordar viejos tiempos. Me extraña encontrarte ahora, te perdí de vista hace tiempo.

—Sí, fui a otro lugar… pero ahora, despleguemos añoranzas. ¡Me da gusto volver a estar contigo, ¡qué venga la nostalgia!...

La conversación se prolongó por horas, recorriendo lugares, sucesos, amoríos, hazañas, correrías e infortunios hasta que un manto de lobreguez y viento frío arrinconó la desvaída luz que aún luchaba por algunos minutos de claridad.

—Bueno “Orejón”, creo que nos vamos. Acompáñame. 

Lo tomó del brazo y al hacerlo, Rodrigo se vio en el velatorio, dentro del féretro… 

6 de junio de 2021


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