sábado, 8 de abril de 2023

La última batalla



La última batalla

El buscón de Zalamea

El frio invierno desataba rencor sobre la rústica cabaña, la cercaba con su gélido acoso, volcando sobre la techumbre humores deslizantes que formaban carámbanos en los aleros. La mañana del ocho de febrero de 1938, un manto brumoso cubría el horizonte dejando vislumbrar apenas el contorno del lomerío cercano, el silencio denso pesaba en el ambiente y en el ánimo de los padres de Martín, que despedían a su tercer hijo, el pequeño de diciséis años, que orgullosamente se incorporaría a la caballería republicana en la cuenca del río  Alfambra, para defender el último reducto de la ciudad de Teruel, cercada por las tropas del Ejército  Nacional.
Martín besó cariñosamente a su llorosa madre y sin querer ver la compungida cara del padre, lo abrazó y montó su cabalgadura. Dio un fuerte tirón de riendas al rucio y comenzó un ligero  galope hacia su destino:
Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.*
Mientras cabalgaba en la grisura del paisaje invernal, el silencio avasallaba el entorno; parecía que la fauna silvestre, apesadumbraba por el momento de crueldad y muerte por el que pasaba España, callaba en señal de luto. Sólo el terrorífico ronroneo de los aviones Fiat, italianos y los Messerschmitt, alemanes, dirigiéndose al campo de batalla y el sonido del galope del rucio sobre el suelo pedregoso, alteraba el mutismo de la naturaleza:

El coraje sentido por el despojo de bienes a sus padres, la defensa de valores en los que creía y la muy probable muerte de sus hermanos en algún lugar olvidado, mantenía su ánimo colérico y belicoso, repitiendo en su interior las arengas del poeta.

Ante el acoso de la aviación, la caballería republicana decidió dar la última batalla para abrir el cerco al que estaba sometida Teruel, en el valle del río Alfambra. Era una decisión heroica y funesta, porque el ejército enemigo los superaba en el número de hombres y armamento, pero era su única alternativa, en la lucha por la dignidad de la patria, y al conjuro de Rafaél Alberti, picaron espuelas a las monturas…
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!

En la desolada cabaña con los tímidos rayos de un pálido sol invernal reflejando la hipocresía de la esperanza, los cascos de una cabalgadura huérfana de mando, motivaron la salida expectante y la zozobra de unos padres desolados.
2 de Abril de 2023  

*El poema “Galope” fue escrito por el poeta gaditano Rafael Alberti durante la Guerra Civil Española.





¡A galopar!
Rafael Alberti

Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!



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