jueves, 21 de septiembre de 2023

Mutismo sórdido

 Mutismo sórdido

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Era su segundo café, el sabor ácido en la boca le indicaba una halitosis molesta causada por las emociones negativas en el transcurso del día y la tensión de la espera para definir el transcurso de vida; tomaba agua para disminuir la incomodidad que le causaba una resequedad en la garganta y la pastosidad chiclosa de su lengua. Las manos nerviosas, apoyadas sobre la mesa, entrelazaban los dedos y acariciaban el delicado anillo de compromiso, con impaciencia. La poca clientela del pequeño restaurante poco a poco abandonaba el lugar cubriéndose con sus abrigos, sombreros y embozados en abrigadoras bufandas. Al exterior el invierno crudo fustigaba con violentos vientos helados la ciudad de New York. Las temperaturas alcanzadas en ese invierno eran las más bajas en muchos años. 

Casi la medianoche y no llegaba… 

Los meseros se preparaban para cerrar el lugar, era la última cliente y, decidió salir.

Con lentitud se incorporó, acomodó el sombrero flapper de modo que la cabellera quedara cubierta por las alas caídas de la prenda en la parte posterior y las laterales. La mirada triste y cansada confirmaba la desilusión del sueño que la inclemencia de una realidad infausta le azotaba la cara en el vendaval gris de su historia. Se cubrió el cuello con las solapas de pelo de marta del grueso abrigo y salió a enfrentar la crudeza de la intemperie.

Caminaba lentamente entre fárragos húmedos que le rebasaban las botas, sin rumbo fijo, sin interés en nada que le rodeara, con solo un pensamiento rondando en su mente: 

“Se perdió el saber que ha engendrado una nueva vida…”


Abrió los ojos deslumbrándose con la claridad de una mañana fría, la comodidad de un lecho tibio, el adormecimiento de las piernas, manos y un dolor sordo en el bajo vientre…

Al llamado del timbre entró la enfermera, le explicó que la ambulancia la había recogido en la calle, en atención a el aviso de un automovilista que la vio inconsciente en la banqueta. La llevaron a urgencias y debido a la hipotermia tan intensa con la que llegó, el feto no había resistido. El dolor que sentía era consecuencia de un legrado…

La enfermera, compungida y con cierto nerviosismo, le entregó el anillo de compromiso que habían recuperado al amputar el dedo congelado…

El gemido de un corazón palpitante vociferando la negación de la información provocó un alarido sordo que, desbordando sus párpados, resbaló a través de las mejillas y empapó el ambiente de tristeza y soledad. 

El mutismo fue la respuesta, el llanto interior consumió su escasa energía, cerró los ojos y desfalleció…


21 de septiembre de 2023


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