Aroma de muerte
Jorge Llera
Gabo era un lector de
mentes, tan verosímil en sus pronósticos
como el destino es con las vida. Atendía a su clientela en el café
"Marrakech", situado en una de las estrechas e intrincadas calles del
Centro histórico; una vialidad para caravanas de camellos, dónde inopinadamente
circulaban automóviles escoltados por multitud de transeúntes que emulaban
hormigueros en frenética actividad.
Leía el café y las cartas, pero más que nada... intuía a
la gente; y, sin saber como, transformaba
en palabras las imágenes que le llegaban, definiendo los caminos de su
clientela y creando dependencias difíciles de despojar.
Llegaba por la tarde después de trabajar en sus escritos.
Se posesionaba de su papel, cambiando su cotidiana vestimenta por ropajes
dignos de su prosapia de clarividente; estrellas, cometas y lunas decoraban el
azul oscuro de su túnica, que armonizaba con el claro de su turbante adornado
con una pluma de pavo real.
Dos o tres días por semana tenía la visita de Marguerite,
una francesa que había vivido en Grecia y acudía a revelarle sus sueños, con el
fin de que los interpretara y le indicara el camino a seguir en su licenciosa
vida.
- ¿Qué soñaste ahora Marguerite?
- Qué era la diosa Kali, hermosa como ninguna en el Universo;
y que unas diosas celosas del don que se me había otorgado, me decapitaron y
unieron mi cabeza al cuerpo de una prostituta muerta; y desde entonces vago por
el mundo en busca de hombres para satisfacer su lascivia, ¿Qué puede significar
eso?
El Gabo leyó meticulosamente las cartas que extendió
sobre la mesa delante de ella, haciendo diversos conteos: horizontales, verticales, diagonales
y salteados. Moviendo la cabeza. Murmurando hacia sus interior palabras
incomprensibles. Levantó su vista hasta fijarla en la de su interlocutora, se
acomodó el turbante y la pluma, y le dijo:
- Marguerite... yo creo que su educación tradicional la
ha restringido de los placeres carnales y ahora su cuerpo le está exigiendo una
actualización radical y utiliza los sueños para pedírselo.
El ambiente en el cuarto se entibió por las emanaciones
de feromonas que comenzó a expedir el cuerpo inquieto de Marguerite, sus ojos
negros adquirieron la brillantez
de los faros que en la niebla buscan naves
errantes. Su rostro, enrojeció con el rubor propio de una fingida inocencia,
y... cruzando los muslos en una actitud defensiva, alcanzó a preguntar:
-¿Y...
mi marido, doctor?
- ¡Alto!, ¡alto Marguerite! Yo le dije el qué,
no le dije el cómo, ni el con quién.
Salió del café, dejando en
el ambiente un fuerte rastro de exhalaciones sensuales que invitaban a la seducción.
Entró Joyce Gallaher: alto, rubio y elegantemente vestido
-como corresponde a un periodista prestigiado y saludó familiarmente al
clarividente.
- ¡Hola mi buen Merlín! ¿Llego a tiempo a mi cita? Qué
aroma tan cautivador se respira en tú changarro, ¿cambiaste de loción?
-¡Siéntate y cuéntame tus sueños! que ando atrasado.
- Pues bien, ayer soñé que estaba en una taberna en una
buena trifulca, tirando patadas y puñetazos; me caí al suelo a recibir un
bofetón y en el suelo le grité a chico
Chandler ¡Dónde está mi gorra dé pegar!... inmediatamente me la aventó y
cuando me la puse, sentí crujir mi cabeza al recibir un botellazo. Cuando caía
percibí a lo lejos la imagen de una bella mujer de ojos negros, un sensual
aroma me envolvió en un torbellino de pasión y vi, a lo lejos, un hombre que me
apuntaba con un arma…
Después de hacer los rituales correspondientes del
extendido de las cartas, el Gabo concluyó:
- Creo que la taberna es tu casa y oficina; la pelea, es
tu vida. El botellazo, la mujer y la amenaza con el arma, están relacionados;
tal vez indican muerte por un idilio apasionado con una mujer comprometida.
- Gracias Gabo, hoy estás muy dramático, nos vemos la
próxima semana.
Saliendo de la consulta, percibió el aroma a tres mesas
de distancia, fijó su mirada en los ojos negros, e inició el camino hacia su destino.
28 de abril de 2013