Narración en insufrible color verde
La
corrupción lleva infinitos disfraces.
Frank
Herbert
Acudían a mi cerebro, congestionado desde hace varios
meses por la propaganda política del Partido Verde, las frases huecas y falsas
promesas del organismo y de sus candidatos a puestos de elección popular. Sin
sustento, lanzando al aire enunciados que ofenden por su estulticia, falta de
congruencia y veracidad que agreden a los ciudadanos contaminando visual y
auditivamente el entorno con carteles, anuncios espectaculares, periódicos,
revistas, cine, radio y televisión: “El que contamina paga y repara el daño”.
“El verde sí cumple”. “Vales de primer empleo”. “Vales de Medicina”. “No más
cuotas obligatorias en escuelas públicas”. “Lo que te preocupa, nos ocupa”.
Cientos de veces al día el sonsonete o las imágenes machacan mi
conciencia, apalean mi tolerancia, agotan mi resistencia. Me pregunto, ¿de
dónde sale tanto dinero para cubrir esa propaganda insulsa? ¿Cuál es la
finalidad? Sólo tengo una respuesta: ¡Del Estado! Es un partido con escasos
militantes y corrupto, no desaparecerá porque la camarilla en el poder no lo va
a permitir, le interesa tener sus votos para aprobar las reformas políticas y
económicas que beneficiarán a la plutocracia gobernante. ¿Quién los puede
detener? ¡Nadie!, la entidad responsable… está coludida.
Me fui a la cama con la tristeza de ver a mi país sumido en la degradación
política, y sintiéndome impotente para efectuar alguna acción que contribuya a
que el pueblo se entere de la perversidad estratégica utilizada por el Estado.
Tras varias horas de un dormitar intranquilo, el sonido de una campana de
cristal varias veces repetido me hizo fijar la atención en un letrero
fluorescente, luminoso y parpadeante que recorría las paredes de la
habitación: Justicia ciudadana. Esto me dio la idea, me levanté
y trabajé toda la noche en el proyecto. Al anochecer del siguiente día,
salí a cumplir mi objetivo… En el transcurso de la semana, la gente comenzó a
notar que en la propaganda del Partido Verde aparecían letreros de: ¡Corruptos!
¡Cínicos¡ ¡Mentirosos!, acompañados de la leyenda: Justicia ciudadana.
Después
de varias noches de arduo trabajo modificando propaganda, hice una pausa y
esperé la respuesta social. El tiempo se deslizó lentamente como la arena por
el bulbo de vidrio y mi paciencia casi se agotaba, cuándo la prensa escrita y
los medios audiovisuales comenzaron a comentar la afectación a la propaganda
del Partido Verde. Los dirigentes de esa organización echaron la culpa a los partidos
contrincantes, e instrumentaron cuadrillas encargadas de alterar propaganda
contraria. Los ciudadanos, hastiados de los mensajes mentirosos se volcaron
sobre todos los anuncios políticos y en poco tiempo, gran parte
estuvieron alterados. La inconformidad social exacerbada, presagiaba violencia
en las próximas elecciones.
El pueblo votó y conforme se hacían los conteos y
daban a conocer los resultados parciales, un nerviosismo creciente invadió a
la clase política y al gobierno: la cifra de boletas anuladas iban siendo
mayoría; al término de los comicios, rebasó el ochenta y cinco por ciento. Por
lo tanto ¡La votación se anuló!
Los disturbios generados por los
resultados originaron revueltas, y la caída del gobierno tres meses después. Se
estableció un mandato interino, encargado de proponer el nuevo pacto social y
se citó a elecciones en el plazo de un año.
Hoy inicia el periodo del gobierno de unidad
social triunfador, que propone una etapa de desarrollo nacionalista en el país…
Me
desperté con el agradable sabor de boca que provocó la posibilidad de cambio
democrático, y esbozando una sonrisa de esperanza, me dirigí al baño con
el ánimo renovado para iniciar un día arduo de
trabajo.
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