El Viñedo rojo cerca de
Arlés
"Sueño con pintar y luego pinto mis sueños".
Vincent Van Gogh
Compré el cuadro “El
viñedo rojo cerca de Arlés” a Vincent. Le dio gusto por ser la primera obra que vendía y necesitaba el dinero para la adquisición de su material para trabajar. Su personalidad
nerviosa y desordenada se refleja en la pintura con pequeñas
y gruesas pinceladas que en forma precipitada, esbozan imágenes sencillas, de gracia casi infantil, con
campesinas vestidas de azul cosechando
uvas barnizadas de vino y la brillantez de un sol amarillo, castigando el camino con su
luminosidad, y deslizando rasantes rayos rojos sobre un cultivo
tinto que
contrasta con los verdes de los arbustos sosteniendo frutos
enracimados; una escena típica de la
vida cotidiana en la Provenza.
Querido Theo,
escribo desde Arlés dónde
he tenido una febril actividad creativa. Te cuento qué caminando sobre el cause del Ródano, “vimos un viñedo rojo, todo rojo
como el vino tinto. En la distancia resultó ser amarillo y, a continuación, un
cielo verde con el sol, la tierra después de la lluvia violeta, amarillo
brillante aquí y allá, donde captó el reflejo del sol poniente”.* Y te digo que vimos, porque desde
hace varios días he tenido presente dentro de mi a Vincent, mi homónimo hermano
mayor, al que le usurpé el nombre. Insiste
en vivir la vida a mi lado, alegando que le corresponde por haber sido
bautizado con ese nombre un año antes que yo. Alega
que el morir de recién nacido, le impidió ser un gran
pintor reconocido por su genialidad y ser el máximo exponente del
postimpresionismo. ¡Ah! Y me
aseguró que sus pinturas ¡Sí, se venderían! No soporto su soberbia, y no me lo puedo quitar de
encima. Si veo un sol rojo, me lo cambia a amarillo. Si plasmo una noche
estrellada, les agrega un
halo de tul que las
envuelve como con una bufanda. ¡Qué ridiculez! Unas estrellas con frío. Pongo Un campo de trigo con cuervos y adorna el cielo con un par
de nubes cursis que parecen
hojas de papel arrugadas. Pinto con desesperación todos los días, y en cada cuadro tiene que meter sus manotas
¡Ya no lo aguanto!... ¡le tengo miedo! El mes pasado no acepte su sugerencia de cambiar el color de un rostro de rosa a verde y de un navajazo me
cortó una oreja. Theo, ¡Vincent
se ha vuelto intolerable! Con frecuencia me dice:
“Las pinturas tienen
vida propia que nace del alma del pintor.“* ¡Y esa alma… soy yo!
¡Ya me
amenazó de muerte!, si no acepto sus sugerencias…
Después del suicidio del pintor, mi
cuadro centuplicó su precio —Pensó Anna Boch cuando
el famoso coleccionista ruso Sergei
Shchukin le ofreció una fortuna por “El viñedo rojo cerca de Arlés”. No
cabe duda, los pintores tienen que morir para
que su obra valga algo en
el mercado…
*Frases extraídas de las cartas
del pintor a su hermano Theo.