lunes, 3 de agosto de 2015

Un remedio singular

Un remedio singular


…Se podía reír o llorar,
 gritar desesperadamente y
 ni siquiera uno mismo se oía…
Tiempo destrozado
Amparo Dávila


Corría con desesperación, volteando hacia todos lados en busca de una salida; altos muros de piedra escoltaban su carrera, callejones que no conducían a ningún lado; vuelta tras vuelta sin encontrar el escape y …¡El aliento caliente y pútrido, persiguiéndole  a milímetros de su cuello!, extendiéndose sobre su rostro. Sintió el zarpazo en el hombro, el bramar amenazante, la baba ardiente recorrer su espalda… ¡Iba a ser devorado! Emitió un grito desgarrador… ¡Julia, hazte a un lado, estás roncando y me babeaste!
Ojeroso y cansado por una noche de mal dormir, de sueño interrumpido frecuentemente debido al ronquido desquiciante de Julia, Ignacio se paró de la cama restregándose los ojos, desperezándose levantó los brazos y emitió un sonoro bostezo que no amedrentó el suave trepidar de su cónyuge. Volteó a ver el cuerpo obeso desparramado sobre las sábanas revueltas; parte del camisón rosa bordeaba el muslo derecho dejando entrever una superficie amplia, carnosa y pálida, que llegaba a las calcetas de  multicolor rayado ⎯dos pequeños arcoíris en contraste con la lividez de las piernas. Tal vez nos falten unas vacaciones en la playa, pensó, y se metió al baño.
            Había tenido esa horrible pesadilla la noche anterior, y cada vez era más frecuente, las atribuía a la agresividad del ronquido de Julia, repetidamente el terror y el pánico asociados, lo asediaban provocando sobresaltos y el despertar abrupto; esfuerzos que dañaban a su corazón enfermo. El médico le había advertido que evitará esas alteraciones, pero, ¿qué se podía hacer? si tenía que dormir con su esposa en la única recámara del departamento, su presupuesto no daba para más.
            Julia era hermosa de joven, de grácil figura, andar ondulante y sonrisa fácil, me cautivó desde que la conocí. Comenzó abandonar su cuidado personal con la edad, dejó de arreglarse y subió de peso. Sin hijos que atender, inició  una vida pasiva frente al televisor y comenzó a roncar estrepitosamente. Creo que aceptaremos la recomendación de la vecina de utilizar los servicios del brujo de su pueblo que, según cuenta, ha tenido mucho éxito con casos similares.

Después de haberla hipnotizado y sahumado con diferentes hierbas hasta nublar la estancia, el terapeuta alternativo pidió hablar a solas con Ignacio.
⎯Quisiera preguntarle algo íntimo, don Ignacio. ¿Cada cuando hace el amor con su mujer?
           ⎯La verdad, no muy frecuente. Últimamente, me da un poco de flojera y prefiero ver deportes en la televisión.
           ⎯¿Qué tanto es últimamente?
           ⎯Cinco o… tal vez, seis años.
           ⎯Bueno, pues déjeme decirle que los ronquidos de su señora son de rencor, una forma inconsciente de manifestar la insatisfacción sexual, un deseo de llamar su atención. Sin embargo, soy especialista en resolver estos casos y creo poder ayudarlos.
          Escribió la receta y le explicó:
          ⎯Compre estos productos que se aplicará su esposa todos los días y dígale que venga conmigo a terapia de masajes, cada semana. En el transcurso de un mes, su esposa dejará de roncar.
          ⎯Y ¿en qué farmacia surto la receta?
          ⎯¿Farmacia?... ¡No!, en la Sex shop de la esquina…

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