domingo, 25 de junio de 2017

Suicidio asistido

Suicidio asistido

Jorge Llera
El sargento Godínez con parsimonia recorría la escena del crimen. Las regordetas manos entrelazadas tras la espalda, equilibraban la inclinación del cuerpo que balanceaba pesadamente en cada paso de los pies planos. Con la mirada escrutadora de los grandes ojos miopes, simplones en su negrura líquida, y ampliados por gruesos cristales, pretendía captar cada detalle de la escena. Prestando atención a los espacios más pequeños del pequeño departamento, levantaba y bajaba la cabeza ocasionalmente, como asintiendo al proceso deliberador de una mente analítica. El murmullo del chasquear esporádico de la lengua acompañaba su deambular y la contracción de las mejillas en ese acto, emulaba el croar de un batracio.  El rostro regordete, sombreado por las alas cortas del sombrero de fieltro, rezumaba sudor; y la baja estatura y complexión gruesa, dentro de un gastado traje gris, denotaban la calidad de burócrata judicial.
            El cadáver de la mujer, yacía desnudo sobre la amplia cama en posición decúbito ventral, sin rastro alguno de lesiones corporales.
            El detective Godínez revisó el cuerpo con la mirada, recorriéndolo desde diversas posiciones, comprobó que no había señales de violencia. Descubrió el cuello, moviendo su larga cabellera y llamó a al subalterno:
            Varela, ¿Cuál es el diagnóstico del forense?
            Un hombre delgado, joven, con nariz aguileña,  mirada estrábica, de aspecto servicial, se acercó diligente al detective, y respondió:
            Muerte por  paro respiratorio, tal vez a consecuencia de una sobredosis…
            ¿Suicidio?, ¿un pasón?¿Rastros de inyección en venas o arterias?
            Sí, en brazos.
            ¾¿Rastros de semen en vagina?
            ¾Sí, ya los enviamos al laboratorio.

Los periódicos del día siguiente, anunciaban en primera plana la muerte de la famosa actriz Sara Logan, por una sobredosis de droga.

            Ya ve, jefe, en el asunto de la actriz muerta, se afirma que es suicidio.
            ¿Hay rastros de la presencia de hombres en el departamento?, Varela.
         Sí, el conserje señala que tres la visitaron esa noche. El doctor Armando Ramírez, amigo íntimo de la señora, cuyos rastros de semen fueron detectados en la vagina de la actriz; pero su coartada es contundente: a la hora del deceso, él estaba en una cena con su esposa y amigos, en el restaurante Bellini. El arquitecto Rodríguez, que le construía su nueva casa en Parque Residencial Cuicuílco. De éste, se encontraron vellos en la cama, que fueron identificados por su ADN. El arquitecto no tiene coartada comprobable. Y el último hombre señalado por el conserje, es su acupunturista, el doctor León. De él no se sospecha, porque no se encontraron huellas en el departamento.
        Bien por los detalles, Varelita. Ahora, vaya y arreste al doctor León por presunción de asesinato de la actriz Sara Logan. Luego, diríjase  a la SEMEFO y revise el cuello de la actriz en su parte dorsal. Encontrará entre la parte posterior del hueso occipital y la primera vértebra cervical, una horadación, hecha con un estilete, que fracturó la médula espinal separándola del bulbo raquídeo. Eso fue lo que provocó el paro respiratorio. Cuando lo compruebe, hace el informe y lo presenta como parte de su investigación. Ahora, me voy a echar unos tragos… Si hay algún pendiente, me busca en Mi oficina.


           









                                                                                                                                       
   








                                                                                                                                       

jueves, 15 de junio de 2017

Asesinos

Asesinos

Gárgamel

¿Trajiste tu resortera, Luis?
            —Sí… la larga. Ésta si avienta los proyectiles lejos. ¿Estará la banda en el pedregal?
¾ Como de costumbre, encerrados en su cueva. Ahí se pasan todo el día. Hoy nos vengaremos de la corretiza que nos dieron el martes.
La volcánica masa negra, rugosa y cortante, se fue extendiendo conforme caminaban hasta el horizonte lindante con el azul pálido de la mañana. Conocían el camino, lo habían transitado muchas veces… era territorio enemigo. Pedro se detuvo y  señaló una lagartija cercada de maleza, sobre una roca. Se agachó y tomó del suelo un guijarro, lo puso sobre el tirador, tensó las ligas y… disparó. El proyectil se estrelló en la roca y el animal, desapareció.
¡Qué buena puntería, Pedro!, ¡qué se cuiden los pedreros!: van a pagar cara la descalabrada que me hicieron.
Caminaron por el roquedal entre cactus y maleza hasta llegar a la gruta. Por el borde donde se apostaron,  distinguían la figura de alguien . No lo identificaron, pero coincidieron en que… con uno que encontraran, era suficiente.
Tírale a la cabeza, Luis, le dijo Pedro en voz baja. Estiraron las ligas al máximo, y dispararon. Al escuchar el ruido sordo y hueco en el blanco, corrieron a esconderse. Se asomaron ligeramente, esperando ver pasar al adversario sangrante de la cabeza. Nada, ni un grito dolor, ni alboroto, nada; sólo el murmullo de la naturaleza que con tibia brisa acariciante, respiraba a su alrededor.
Salieron de su escondite y se acercaron sigilosos. A la distancia, observaron el cuerpo tirado ¡sobre un charco de sangre!... ¡Lo habían matado!  Despavoridos llegaron a la calle donde vivían. Sentados en el borde de la banqueta,  lloraban sin poder hablar.
Pedro, tartamudeante y nervioso comenzó a hablar:
N… no, no era nin… guno de los pedreros. E… era un señor. ¡Y, lo h… herimos o matamos! Se está desangrando. H…hay que avisar a la p… policía.
¿y si nos meten a la cárcel?
¡Ni modo, Luis! ¡A lo mejor está vivo! Mira, llamamos y no damos nuestros nombres.

Comandancia de policía.
Queremos avisar de un herido, en la cueva grande de la entrada al pedregal de San Francisco… ¡Vayan rápido, se está desangrando! Una vez dicho esto, Pedro cortó la llamada.
¡Ya vez, avisamos y no saben quienes somos!

¡Qué bueno que llega, detective Godínez!, estoy haciendo la autopsia al cuerpo del narcotraficante encontrado en el pedregal, tiene varios balazos en vientre y abdomen, que originaron las hemorragias por las que murió; pero curiosamente, en el lóbulo occipital encontré dos heridas causadas por impacto de piedras pequeñas…

¿Señora Sánchez?, soy el detective Godínez. ¿Tiene un hijo como de doce años?
            —Sí, Pedro…

15 de junio de 2017


lunes, 12 de junio de 2017

El crímen perfecto




El crímen perfecto

La sirvienta la había encontrado muerta al llegar de su asueto de fin de semana. El  deceso, según el forense fue causado por un paro respiratorio. Localizaron al esposo en su clínica estética de la ciudad de Cuernavaca, mientras aplicaba botox a una paciente. Al detective Godínez le parecía extraño el resultado de la autopsia: botulismo. No comprendía cómo, habiendo comido los esposos lo mismo el día anterior, el doctor no hubiera enfermado. Aquella misteriosa clave se le escurría de entre los dedos. Con ánimo dubitativo, fue a almorzar un emparedado con el sargento varela. Cuando el  empleado preguntó ¿…con todo?, salió corriendo del local. Llegó a la casa de la familia Wallace, y del basurero rescató el frasco con pepinillos en conserva que suponía contaminado con la toxina…