Suicidio asistido
Jorge Llera
El sargento Godínez con
parsimonia recorría la escena del crimen. Las regordetas manos entrelazadas tras
la espalda, equilibraban la inclinación del cuerpo que balanceaba pesadamente
en cada paso de los pies planos. Con la mirada escrutadora de los grandes ojos
miopes, simplones en su negrura líquida, y ampliados por gruesos cristales, pretendía
captar cada detalle de la escena. Prestando atención a los espacios más pequeños
del pequeño departamento, levantaba y bajaba la cabeza ocasionalmente, como
asintiendo al proceso deliberador de una mente analítica. El murmullo del
chasquear esporádico de la lengua acompañaba su deambular y la contracción de
las mejillas en ese acto, emulaba el croar de un batracio. El rostro regordete, sombreado por las alas
cortas del sombrero de fieltro, rezumaba sudor; y la baja estatura y complexión
gruesa, dentro de un gastado traje gris, denotaban la calidad de burócrata
judicial.
El cadáver de la mujer, yacía
desnudo sobre la amplia cama en posición decúbito ventral, sin rastro alguno de
lesiones corporales.
El detective Godínez revisó el
cuerpo con la mirada, recorriéndolo desde diversas posiciones, comprobó que no
había señales de violencia. Descubrió el cuello, moviendo su larga cabellera y
llamó a al subalterno:
—Varela,
¿Cuál es el diagnóstico del forense?
Un hombre delgado, joven, con nariz
aguileña, mirada estrábica, de aspecto
servicial, se acercó diligente al detective, y respondió:
—Muerte
por paro respiratorio, tal vez a consecuencia
de una sobredosis…
—¿Suicidio?,
¿un pasón?¿Rastros de inyección en venas o arterias?
—Sí,
en brazos.
¾¿Rastros
de semen en vagina?
¾Sí,
ya los enviamos al laboratorio.
Los
periódicos del día siguiente, anunciaban en primera plana la muerte de la
famosa actriz Sara Logan, por una sobredosis de droga.
—Ya
ve, jefe, en el asunto de la actriz muerta, se afirma que es suicidio.
—¿Hay
rastros de la presencia de hombres en el departamento?, Varela.
—Sí,
el conserje señala que tres la visitaron esa noche. El doctor Armando Ramírez,
amigo íntimo de la señora, cuyos rastros de semen fueron detectados en la
vagina de la actriz; pero su coartada es contundente: a la hora del deceso, él
estaba en una cena con su esposa y amigos, en el restaurante Bellini. El arquitecto Rodríguez, que le
construía su nueva casa en Parque Residencial Cuicuílco. De éste, se
encontraron vellos en la cama, que fueron identificados por su ADN. El arquitecto
no tiene coartada comprobable. Y el último hombre señalado por el conserje, es
su acupunturista, el doctor León. De él no se sospecha, porque no se
encontraron huellas en el departamento.
—Bien
por los detalles, Varelita. Ahora, vaya
y arreste al doctor León por presunción de asesinato de la actriz Sara Logan.
Luego, diríjase a la SEMEFO y revise el
cuello de la actriz en su parte dorsal. Encontrará entre la parte posterior del hueso
occipital y la primera vértebra cervical, una horadación, hecha con un
estilete, que fracturó la médula espinal separándola del bulbo raquídeo. Eso
fue lo que provocó el paro respiratorio. Cuando lo compruebe, hace el informe y
lo presenta como parte de su investigación. Ahora, me voy a echar unos tragos…
Si hay algún pendiente, me busca en Mi
oficina.
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