Entre
paredes
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En un día plagado de detenciones por actos violentos, hechos de
sangre y robos, el detective Godínez trataba de descansar en su oficina.
Recostado sobre el sillón pensaba en el aumento de la violencia. Atribuía el
origen al capitalismo depredador en el que vivimos, la deficiente educación de
la mayoría de la población, la baja productividad y falta de oportunidades de
trabajo. Sobre todas éstas: la clase política corrupta e inepta que gobierna
para su beneficio, extrayendo los recursos de la nación y empobreciendo a sus habitantes.
Esto no puede concluir más que en el caos, la violencia extrema. Tenía razón
Hobbes: “El hombre es el lobo del hombre”, pensó.
El timbrar del
teléfono perturbó su introspección.
— Detective
Godínez, ¿quién habla?
—El doctor Mireles,
Director del Museo Nacional de Culturas. Quiero reportar el robo de la mortaja
del príncipe Liu Sheng, de la dinastía Han del Oeste de China, que el museo
tenía en custodia en una exposición de la cultura china.
Durante el recorrido,
Godínez comentaba con su subalterno: …Sí, Varelita, Moneda es de las calles más
antiguas de la ciudad, tiene cientos de años prácticamente sin modificar su
fisonomía. La capital de la Nueva España tuvo en ella la primera universidad, imprenta y, academia
de Bellas Artes del continente americano. Y antes del museo, estuvo la primer
casa de moneda de América, construida sobre las “casa nuevas” de Moctezuma, a
un costado del Palacio Virreinal.
Bajaron de la patrulla y la temperatura del mediodía los
agredió, sofocándolos. Godínez, en mangas de camisa dejaba ver sus gruesos
tirantes sosteniendo el pantalón. Con el saco en el antebrazo, volteó a ver el Antiguo
Palacio del Arzobispado cuyo color rojo destaca entre todos los edificios de la
calle. Retomó su camino y enfrentó las columnas de cantera del Museo Nacional
de Culturas, y el grandioso balcón coronado con el escudo nacional forjado en
hierro. Penetraron hasta el vestíbulo, y frente al mural "La Revolución", del
pintor Rufino Tamayo, fueron recibidos por el Director. Les explicó que la
mortaja de más de dos mil años de antigüedad, elaborada con 2,500 placas
de jade unidas con hilos de oro, fue robada la noche anterior. Las alarmas fueron
desactivadas, los guardias nocturnos no se habían percatado de nada y sólo las
cámaras de vigilancia, filmaron la presencia de tres individuos que descendían
por una cuerda desde la claraboya del techo. Consideró imposible que hubieran
sacado la mortaja por el mismo lugar, no hubiera cabido.
El detective Godínez y el cabo Varela, acompañados del
director, recorrieron las salas de las diferentes culturas, deteniéndose
particularmente en las dos secciones del área china: la relacionada con el taoísmo y el
confucianismo, y la de la ruta de la seda, en el siglo II antes de nuestra era.
Godínez chasqueaba eventualmente la boca al recorrer los pasillos con pasos
cansados, y movía la cabeza negando y asintiendo, como si conversara con
alguien.
Al terminar el recorrido, ordenó el análisis del lugar
por el equipo especializado, en busca de huellas digitales y otros elementos
que permitieran detectar algún rastro dejado por los ladrones. Preguntó al
director la fecha del término de la exposición, el inicio de la próxima y quedó
a su disposición para darle informes sobre el avance de las investigaciones. Llegando
a la oficina, le dio instrucciones precisas al cabo Varela, comisionándolo para
atenderlas durante el mes.
¾Detective Godínez, ya están
desmontando la exposición, le comunicó Varela, telefónicamente.
¾Lleva diez hombres y haz lo que
habíamos planeado.
El
cabo Varela llegó al museo y observó el desmantelamiento de las mamparas de la
exposición, y preguntó al jefe de mantenimiento a dónde las llevarían. Unas
irían a reciclarse a la compañía que les surtía el material y unas pocas a un
almacén de la empresa “Mantenimiento Integral¨ que las había adquirido como
material de desecho.
—Jefe, tenía razón, requisamos las mamparas
compradas por ¨Mantenimiento Integral”, separamos las hojas de triplay y ,
efectivamente en una de ellas, venía la mortaja. Ah y ¡Qué cree! El dueño de la
empresa, es cuñado del director del Museo. Ya están detenidos.
—¡Bien, Varelita!, haz
el informe y te espero en el bar para celebrar.
9 de julio de 2017
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