domingo, 2 de julio de 2017

Fraterna maldad

Fraterna maldad

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El ladrido de los perros antecedía la avanzada, un grupo de voluntarios y policías que recorría el bosque en busca de Ana, formaban una línea que rastreaba huellas desde la salida de la población.  Había desaparecido cinco días atrás, y las pesquisas conducían a puntos ciegos. Se sabía que por la mañana de la fecha de su desaparición visitó varios comercios, promoviendo la venta de quesos y embutidos acompañada de un hombre alto, delgado, de rostro alargado, y bigote. Era la tercera joven perdida en el transcurso del año. Buscaban en el bosque porque habían hallado su portafolios entre la maleza.
            Un manto blanco y húmedo cubría la parte media de la arboleda de  pinos y abetos, flotando vaporoso e inmóvil, dificultando la visión,  y mojando las vestimentas de los miembros del grupo al caminar por entre los arbustos. El bosque era  antiguo, con  grandes árboles que tendían su sombra sobre el entorno; un lóbrego y desamparado lugar, para los que colaboraban en el proceso.
Los persistentes rayos del sol matinal se colaban lentos y oblicuos entre los intersticios del ramaje, precediendo  la frescura de un ligera brisa. Cuando la bruma lentamente se disipó,  permitió vislumbrar la hilera extensa de rastreadores que avanzaban a un mismo paso. El ruido del caminar y el crujir ramas y hojas acallaba el sonido de las aves. Sólo un gorjeo o graznido eventual, acompañaba la marcha.
            El sargento Adalberto Godínez, supervisaba la búsqueda. Habían lotificado la zona alrededor del lugar dónde se halló el portafolios. Estaban en el último segmento a revisar…
            Godínez se encargó de la averiguación a solicitud del gobierno local, dada su experiencia y reconocimiento en el medio de investigación.
            Se oyó un grito y seguidamente varios silbatazos. En la parte más occidental de la línea de rastreadores se formó un revuelo; la gente apiñada alrededor del hallazgo, lo comentaba.  Con paso lento, y precedido por el bastón, el cuerpo obeso del detective se desplazó al lugar. Hizo un alto en el camino para secar el sudor de cuello y cara, y limpiar los gruesos anteojos, dejando al descubierto, momentáneamente,  sus párpados papujos. Se acercó al lugar y observó el descubrimiento: retazos de tela del vestido y ropa interior; una zapatilla, un pedazo de cadena de plata,  unos pendientes de ópalo azul enmarcados en plata, y varios cosméticos dispersos, cercanos a su bolsa. Cerca del lugar, en una vereda, huellas de neumáticos.
            En la comisaría, Godínez leyó el informe que le preparó el cabo Varela, su asistente: Portafolio de piel, negro, conteniendo block de recibos, carpeta con el nombre de clientes y programas de visitas. 2 fotografías de ella en un día de campo, con su pareja, y un sujeto
Amplía la foto, e identifícalos. Revisa cual fue la última cita de trabajo del día en que desapareció. Ve si hay huellas digitales en los retazos encontrados.
Varela le informó poco tiempo después que, la cita a la que no acudió, fue a la granja Santa Rosa, del señor Arturo Valverde, productor de quesos; y distribuidor carnes frías y embutidos, de la empacadora de su hermano.
Varela se acercó a Godínez con las fotografías ampliadas:
¾Ya vio, mi sargento, ¡son iguales! Y coinciden ambos con la descripción del acompañante de Ana a los comercios de la ciudad, el día de su desaparición.
¾Sí… gemelos... ¿De cual de los dos sería pareja de Ana?... Habrá que visitar a don Arturo, primero.
Se quedaron un buen rato observando las fotografías: el lugar donde fue tomada la imagen, la actitud de camaradería de los hermanos con ella. Ana lucía hermosa aún en su atuendo informal: pantalones blancos y blusa roja de cuello abierto que dejaba ver un busto generoso, dividido por una sencilla cadena que sostenía un dije ovalado color azul. Largos pendientes del mismo material, complementaban el atuendo. Ellos, altos y delgados, con sombrero texano, vestidos con pantalones de mezclilla azul y camisas blancas.

Llegaron temprano a la granja y los recibió hospitalariamente Arturo Valverde. Al abordar el tema de Ana, confesó una relación buena de amistad . Lamentó su desaparición y aseguró que ella no había asistido ese día a la cita comercial acostumbrada. Le preguntaron si su hermano era la pareja de ella. Contestó molesto que no sabía  y no se metía en la vida íntima de su hermano. Explicó que él sólo le vendía productos derivados de la leche a ella, y a su hermano, embutidos y carnes frías.
            Al despedirse, el sargento Godínez elogió el buen gusto del anillo que portaba en el dedo anular derecho un ópalo enmarcado en oro. Don Arturo le agradeció el gesto, diciendo que era un regalo reciente de su hermano.
            De regreso a la comisaría Godínez le comentó a su subalterno:
 Varela, creo que lo tenemos, habrá que mandar analizar si el ópalo del anillo, coincide con el de los aretes encontrados. Por lo pronto detenlo. Tenemos que interrogarlo para encontrar el cuerpo de Ana. De otra forma no tenemos elementos para enjuiciarlo.
Al día siguiente, visitaron la empacadora de José Antonio Valverde. El recibimiento cortante, frío, y agresivo, los descontroló en un principio, pero no los amedrentó. Les mostró su negocio mientras platicaban sobre su relación comercial y sentimental con Ana. Parco en el hablar, sólo estableció que era un tanto distante de ella y los negocios los hacía a través de su hermano. Sin mayor información, regresaron a la comisaría.
Después de varios días de interrogatorio, Arturo Valverde seguía insistiendo en su inocencia. El análisis de las piedras del anillo y aretes, resultó positivo, pero esa prueba era poco consistente para acusarlo de homicidio.

El sargento Godínez llegó de muy buen humor a la comisaría y llamó a Varela a su improvisada oficina.
       —Varelita, llévate al equipo forense a la empacadora de José Antonio Valverde. Deténganlo por presunción de varios asesinatos. Muestreen en la empresa restos de carne en sierras, molinos, e instrumental y equipo para hacer embutidos. Identifiquen la especie a que pertenecen. Hagan la prueba de ADN a los padres y hermanos de Ana. Y comparen resultados.

—Jefe,  encontramos varios tipos de ADN humano en el muestreo de las sierras, los cuerpos de varios carnes frías, y embutidos.
           

30 de junio de 2017


            

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