Sorpresa (cambiar título)
Gárgamel
Nuestro primer beso no fue con la boca,
sino al
mirarnos y sonreír en complicidad.
anónimo
La
conferencia, francamente me aburría. El ponente disertaba argumentos para
sostener una tésis ampliamente rechazada por mi, por lo que distraía mi
atención en unas hermosas piernas que se cruzaban y descruzaban, lánguida y
alternativamente, como si al hacerlo solicitaran mi presencia. Sus pantorrillas
se definían sutilmente al llegar a la cadera.
El talle esbelto, cubierto por la blusa de seda estampada, realzaba la
delicadeza de sus formas. Levanté la mirada, y descubrí la sonrisa de una boca
delgada que embellecía el rostro de pequeños ojos oscuros y nariz recta. Me
encantó la visión, y me prometí conocer a la
portadora a la salida del evento.
Conteniendo
el nerviosismo me acerqué y la saludé. Después de un intercambio de frases
triviales y de circunstancia, le invité un café.
En
el pequeño lugar, con pocos clientes y música suave, iniciamos el ensamble del
rompecabezas social, a partir de los bordes: el conocimiento mutuo, la
exploración de hechos, alegrías y penares; cicatrices que el tiempo impregnó en
nuestras existencias como raíces del viejo árbol que aferradas a la superficie
sobreviven incrustándose en la tierra...
El
tiempo corrió, y una noche larga con olor a humedad, de luna enmascarada y
oscuridad cómplice, nos refugiamos en la soledad de un sórdido callejón bajo el
amparo del automóvil. En la estrechéz del asiento trasero, con desesperación,
besamos y exploramos nuestros cuerpos, deshaciéndonos con rapidez de la
estorbosa ropa. La amalgama de humores y olores nos empapó y el inhalarlos,
enardeció los sentidos estimulando la ansiedad de completar el acto que la naturaleza
exigía. La música de la radio disimuló la excitación, y la bruma generada,
conciente de nuestra necesidad de intimidad, tendió una cortina para
escondernos del mundo...
Un
toquido metálico repetido sobre el cristal, la voz firme del oficial de policía
y el haz de luz de una lámpara, interrumpieron el romance,:
—Baje el vidrio, jóven. ¿No tienen dinero
para un motel?, lo tendrán para pagar la multa. Acompáñenos a la delegación.
Subiéndome los pantalones y fajándome la camisa, alcancé
tímidamente a decir:
—¿No podríamos arreglarnos de otra forma?,
Oficial...
19
de septiembre de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario