Samaritano
Gárgamel
—¿De milanesa? ¾Si, don
Trini, con todo, y un vaso de horchata, por favor. El olor de cocimiento se
esparció incitando mis papilas gustativas. Al recibirla le di una gran mordida,
saboreándola la mastiqué lentamente… Estaba por dar la segunda cuando sentí una
mirada fija, lastimera. Bajé la vista: un perro flaco no separaba los ojos de
mi torta, de sus belfos escurría saliva, anticipando un mendrugo; movía la
cabeza solicitando compasión. No pude comer más, mi espíritu samaritano fue más
grande que el hambre… aflojé los dedos, y el alimento cayó al suelo, el animal,
agradecido, movió alegremente la cola.
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