miércoles, 23 de septiembre de 2020

Daruma

Daruma

Gárgamel

Conseguir una diputación, era mi meta. Estaba dispuesto a utilizar cualquier recurso, viniera de

 dónde viniera… Y confiaba en la magia de mi Daruma, un poderoso talismán nipón. De 

estructura ovoide, una figura humana sin brazos, ni piernas, y ojos carentes de pupila, me

 miraba fijamente en su sarcástica nebulosidad. Con la fé puesta en el fetiche, pinté un iris en su

 ojo izquierdo, e hice mi petición. Al cumplirse el propósito, debería colorearse la pupila derecha. 

        Con la esperanza prendida al deseo lo empujaba diariamente y después de un bamboleo,

 regresaba a su posición original.


El día de la elección, a la que llevamos acarreados, repartimos despensas, rellenamos 

urnas, e hicimos todo para ganar, revisé la repisa y…       ¡alarmado!, observé que se había 

despintado el ojo del Daruma. Lo empujé con el dedo y… no se reincorporó… 






 






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