domingo, 7 de marzo de 2021

Doble vida

 


Doble vida

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Era dura como un árbol de mezquite, su piel surcada por veredas en el rostro quemado por el sol dejaba huellas como el agua sobre la arcilla de los caminos. La vieja Matilde caminaba lento, auxiliada por un bastón. Llevaba sobre las espaldas el lastre de una vida de lucha y el orgullo por defender el rancho que le heredó Jacinto, su esposo. 

            Antonio, pequeño y delicado de salud, creció bajo la protección materna. Con la finalidad de fortalecer su carácter, Lo enroló en el ejército.

            La noticia de que el destacamento en que militaba su hijo había sido secuestrado, llegó al rancho. Matilde acudió a todas las autoridades que podían intervenir para la liberación, sin éxito. 

            Varios meses después, se presentó a la puerta del rancho un desconocido solicitando hablar con doña Matilde. 

            —¿Qué se le ofrece?

            —Vengo a negociar la liberación de Antonio.

             Le entregó varias fotografías para demostrar que era un representante de un grups armado. Antonio se veía delgado y en la tristeza del rostro lampiño, una súplica imploraba libertad.

En el  atardecer del séptimo día, Antonio abrió la puerta y corrió a abrazar a su madre. Platicaron toda la noche, vertiendo lágrimas estancadas en la penumbra de los años perdidos. Les amaneció con la vaciedad de las palabras dichas, y los sentimientos esclarecidos. Las dos figuras, cansadas del hablar claro, crudo y directo, se mostraban desfallecientes. Al separarse, ya no eran los mismos. 

El notario lo localizó mediante edictos en los periódicos de la ciudad. Después de aceptar la herencia de su madre, ondulando el cuerpo a cada paso, y esparciendo emanaciones seductoras en el ambiente, caminó hasta el bar donde se leía en una marquesina: “Antonia, la bella del Pacífico y su show erótico”. 

7 de marzo de 2021


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