martes, 31 de enero de 2023

La sabia aplicación de un consejo

 La sabia aplicación de un consejo

El buscón de Zalamea

Juanito entró estrepitosamente dejando la puerta abierta;  corriendo subió la escalera y se metió en su cuarto, dando un portazo. El calor sevillano reflejado en sus ocres baldosas, invadió con arenoso  bochorno el vestíbulo de la vieja casona de la calle de Sierpes. 

El abuelo, que leía plácidamente apoltronado en su sillón favorito, volteó sorprendido. Puso un separador en la hoja del libro, cerró la puerta y subió pausadamente hacia el aposento del nieto. Llamó varias veces, sin obtener respuesta, hasta que con cierta preocupación comenzó a llamarlo por su nombre:

—¡Juanito... Juanito…! ¿Qué te pasa? Abre la puerta.

después de insistir en varias ocasiones, la puerta se abrió lentamente. Al interior, el sonido apagado de un lastimero llanto llamó la atención del abuelo. Con cautela, el anciano se acercó hacia el pequeño que recostado escondía su cabeza en la almohada.

¿ Qué sucede, Juanito?

—Abuelo, Pedro, mi amigo me golpeó. Estábamos jugando al fútbol y le hice una entrada dura que lo tiró. Se levantó y me dio varias trompadas. Él es mi amigo, por eso no me defendí. Vine corriendo porque no supe qué hacer. No quiero pelearme con él…

El abuelo se sentó en la orilla de la cama y  acarició  la cabeza del nieto con ternura, tratando con ese movimiento de hacerle sentir la paz y tranquilidad necesarias para escucharlo:

— hijo te voy a hacer una pregunta: ¿qué pasaría si en esta tarde con viento, escribieras en la arena del patio trasero: “Pedro me golpeó?”

—Pues, se borraría.

—Eso es la amistad, hijo. Las pequeñas ofensas entre amigos, se borran; porque el cariño que se siente tiene que aceptar que constantemente habrá diferencias entre los dos, y estas no deben de quebrantar el lazo de afecto que los une. La amistad es una relación afectiva basada en la comunicación, la comprensión, el apoyo mutuo, el afecto y la armonía entre sus miembros. Debe apoyarse en las cosas que compartimos y en las que compartiremos en el futuro, sin ninguna intención de conseguir nada a cambio de ella. ¿Entendiste?

—Sí, abuelo.

—Bueno, pues ve y arréglalo.


Por la tarde regresó Juanito a la casa. El abuelo separó la vista del libro que leía y preguntó:

—¿Hiciste las paces con Pedro?...

—Sí, abuelo. Llegué y le di tres patadas en la rabadilla; después le pregunté si quería seguir siendo mi amigo… Dijo que sí. Nos abrazamos y seguimos jugando futbol.

31 de enero de 2023


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