Tribulaciones
de una jubilada
Jorge Llera Martínez
Circuló
el anuncio del periódico con plumón rojo
y siguió consumiendo su cotidiano cereal de animalitos con atractivos
colores y su café cargado, acompañado
del primer cigarro del día. Sirvió leche en un tazón para "Virolo" su
gato viejo y bizco. La vida sedentaria que llevaba estaba plagada de aburrimiento y monotonía desde su
jubilación de la Universidad. Por lo que ansiaba hacer algo productivo.
Concertó la cita con el doctor Chatebraud, Director de Publicaciones de la
Editorial, para la mañana siguiente.
Se
presentó a la entrevista con el único
traje sastre que aún conservaba. Su imagen, reflejada en las paredes de cristal
de las oficinas, era la de una anciana
delgada, encorvada, de lentes gruesos, cabello gris ajustado en un chongo por
la parte posterior de la cabeza y portando un viejo portafolio negro con sus
antecedentes profesionales.
Después
de unos minutos de espera, la secretaria le indicó que el doctor Chatebraud la recibiría. Lo saludó de mano y se presentó:
- Soy Leonora Rivera y me gustaría
que me tomaran en cuenta para la plaza que promocionaron en el periódico de
ayer. Cumplo con los requisitos solicitados, tengo 30 años de experiencia en casas
editoriales y soy jubilada de la universidad. Diciendo esto le entregó un sobre con sus documentos.
El
doctor Chatebaud era un hombre delgado, elegantemente vestido; con aspecto de
extranjero por sus ojos azules y el pelo lacio amarillento. Después de revisar
los documentos, le dijo:
- Su capacidad para ocupar el
puesto está más que demostrada, lo único que la limita es la edad. Estamos
contratando personal entre veinticinco y treinta años.
- Creo doctor que ésta no es una
competencia atlética, por lo que la edad no debe ser limitante. Aparte, no les
va a costar el servicio médico, que ya
tengo con mi jubilación y no van a pagar prestaciones. Lo único que
desembolsarán es el pago del trabajo
realizado.
Después de un rato de plática, el
doctor aceptó la propuesta, fijaron el precio por cuartilla y le dio un documento -en una memoria USB- para revisión,
corrección de estilo y preparación para su publicación. Le explicaron las
especificaciones técnicas del trabajo y le pidieron que utilizara el procesador
de palabras "Word".
Llegó
a su casa con una pequeña preocupación: ...¡No tenía idea de cómo procesar el
trabajo! ¡no sabía nada de computación! y el límite era de treinta días para
entregar doscientas cuartillas.
Con
la imposibilidad de tomar un curso
rápido de computación y después de meditar en busca de soluciones, discurrió negociar la ayuda de su
nieto Toñito a cambio de la mitad de las utilidades. Le pidió asistencia de
tiempo completo, así que durante el trabajo, tendría que vivir con ella.
Iniciaron
inmediatamente. Aprendió a encender la computadora y a trabajar en sus archivos
después de varias confrontaciones con Toñito, que le decía "lo fácil que
era" y ella...no sabía si ver la pantalla o las teclas que él apretaba. Le
requería que estuviera siempre junto a ella para recordarle las
configuraciones, la forma de guardar la información o, cualquier situación.
Trabajaba hasta altas horas de la noche con el nerviosismo constante de echar a
perder el trabajo o la computadora.
Un
día, al apretar accidentalmente una tecla, apareció la pantalla en blanco.
Sintió que el cansancio, desesperación e impotencia la abrumaban; sentía
una frustración creciente que, en poco
tiempo, se convirtió en un grito:
- ¡Toño! ¡Toñito! ¡Se me borraron
cinco cuartillas! ¡Ven rápido, por favor!
- Abuela, son las dos de la mañana
¿No puedes dejarlo para mañana?
- ¡No, Toñito se me acaba el
tiempo!
Adormilado caminó hasta la
computadora, abriendo apenas el ojo
izquierdo, dio dos teclazos y volvió a su recámara a dormir.
El día fijado para la entrega
llegó, Leonor ojerosa, demacrada y con el pelo suelto -como si retornara de un
aquelarre - entregó el documento
terminado.
Tres días después, el doctor
Chatebraud le entregó su cheque de pago y otro paquete de documentos en una
memoria USB. Ya para despedirse, le
preguntó: ¿No tiene de casualidad alguna compañera jubilada que quisiera
trabajar para la Editorial?
24 de junio de 2012
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