martes, 27 de septiembre de 2016

Al encuentro del amor

Al encuentro del amor
Si el dinero va delante,
 todos  los caminos se abren.
William Shakespeare

Susanita llegó puntual a la cita con la terapeuta. En la antesala pudo observar la pecera adosada a la pared y la tranquilidad de los peces al recorrerla una y mil veces. Estaba pensando si no se aburrirían con la rutina, cuando la hicieron pasar al consultorio. La especialista en medicina china la recibió con una ligera caravana, y le indicó que se recostara en la mesa de auscultación. La revisó y recorrió diferentes partes de su cuerpo aplicando acupuntura. Terminada la sesión platicó con ella.
            ¾Está usted muy tensa, Susanita. ¿Todo bien por la casa?, ¿sus amistades?, ¿en su relación de pareja?...
            ¾Vivo sola, ¾contestó¾ me relaciono casi exclusivamente con las maestras de la escuela donde trabajo, personas de la comunidad religiosa a la que pertenezco, y no tengo pareja.
            Y ¿le gustaría tener un compañero?
            Sí, pero parece que no soy atractiva para los hombres.
            ¿Cuántos años tiene?
            La pregunta la hizo removerse en la silla y voltear hacia los lados tratando de esquivar el cuestionamiento, al sentir la atención fija esperando la respuesta, farfulló con voz casi inaudible… cuarenta… y cinco, escondiendo los cinco restantes bajo el manto oscuro de su gazmoñería.                                                                                                                ¾Considero que la tensión es por falta de amor. Algo debe pasar en su entorno que aleja a los  posibles pretendientes. El Feng Shui puede detectar la causa. ¿Le gustaría que mañana fuera a su casa y haga un estudio?

La doctora Mei Ling recorrió la casa midiendo los espacios con instrumentos raros; pasaron al jardín y vieron una cortina de bambú enorme cubriendo un árbol de durazno. La doctora se paró intempestivamente exclamando:
¡Ahí está el problema!, ¡quite de inmediato el muro de bambúes!, está bloqueando la corriente energética del amor, impidiendo que el aroma de las flores del árbol penetre los poros y active los dos chacras que estimulan la vida sexual y amorosa. Deberá colocar floreros con agua y brotes tiernos de los tallos en varios puntos de la casa. Así, en cualquier lugar, su cuerpo absorberá la fragancia del durazno y el estímulo será permanente.  La energía recibida activará la influencia sobre el sexo opuesto al liberar las feromonas que concentra ahora el cuerpo, expelíendolas a la atmósfera y  movilizándo el Chi adecuado. Haga la prueba y venga a verme en tres meses, para evaluar los resultados.

En la sala de espera, observaba a los peces del acuario en su insustancial rutina, mientras pensaba: siguen en lo mismo, no cambian, subsisten sin emociones, deseos, objetivos, transcurre su existencia sin saber a qué vinieron. Viven, pero no lo saben. Así era yo hace tres meses…
Pasó a consulta, y después de auscultarla la doctora le preguntó si había habido cambios en su vida.
¡Sí, doctora! ¡Cambios sustanciales! Al eliminar la barrera de bambués y colocar floreros en todas las habitaciones de la casa, entró la alegría a mi vida. Cambié la actitud, vestuario, costumbres y hasta mis amistades. A partir de que me inscribí en el portal de solteros en busca de pareja, me he relacionado con varios hombres atractivos, solícitos, caballerosos y deseosos de casarse conmigo. Estoy por decidirme, sólo me llama la atención lo mal que está el país, porque ninguno tiene trabajo.
 A ver, Susanita ¿Puede enseñarme el anuncio que puso en la página?
Sí, aquí lo tengo, véalo.
“Mujer madura, guapa, religiosa, de moral irreprochable y con excelente condición económica, quiere establecer relación sentimental con fines matrimoniales, con hombre maduro, de buena apariencia y costumbres respetables”.
¡Es increíble que con sólo el aroma de la flor del durazno, haya podido encontrar el amor!... ¡Gracias, doctora!



viernes, 23 de septiembre de 2016

Periódico falaz

Periódico falaz

Sólo me equivoqué una vez…
cuando pensé que estaba equivocado.
Anónimo

Desplegué el Informador veraz: Sólo malas noticias... Aburrido, me fui a la sección del horóscopo: “Hoy Marte se acerca al sol, presagiando problemas. No se preocupe, el resto de los planetas confluyen para protegerlo”. Sonreí: ¡uno contra todos!... Marte, no tiene posibilidades.
            Abordé el Metro. La masa humana me utilizó como ariete entre cuerpos, caras, bultos y humores. Me bajaron abruptamente donde no deseaba, sin reloj y cartera. El mal día me acompañó, perdí dos clientes, y me despidieron. Sentado el la banqueta, demandé: ¡¿Qué pasó, astros amigos?!, ¿no me iban a proteger del maloso? Comencé a sentir en mi cuerpo el llanto de la impotencia; con el rostro empapado, levanté la vista al cielo y les grité: ¡Cobardes!, ¡no se escondan tras las nubes!


lunes, 19 de septiembre de 2016

La muñeca fea













La muñeca fea





Frente al tocador observa sesgadamente las imágenes reflejadas en el espejo: un libro con las canciones de Cri-Cri,  y la muñeca de trapo, a la que un bracito ya se le rompió, su carita está llena de hollín, y al sentirse olvidada…* La tristeza es común con la de la muñeca. Transida por la angustia, un desierto de soledad e inseguridad, la domina; necesita abrazos, caricias… amor. La desolación choca con un sueño de esperanza al observar un pequeño ratón que la mira bajo el ropero; la brillantés de sus ojos parece indicarle que sus amigos no son del mundo estrecho en el que vive. Esboza una sonrisa y se propone un cambio. Toma la escoba con el brazo sano, abandona la habitación y deja, únicamente, la imagen del libro en el espejo.  

*La muñeca fea
Francisco Gabilondo Soler
Cri-cri








lunes, 12 de septiembre de 2016

Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho....

Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho…

Jorge Llera

¾¡No Martina!, ¡no! Estoy cansado de que me injuries constantemente, que me exhibas con tus amigas como un marido mentiroso, desobligado, corrupto, y… ¡pendejo! Esto último, ¡sí me dolió!, sólo por que no cumplo con tus exigencias, y caprichos. Viéndolo bien, ahora estás mejor que hace dos años, cuando vivías con aquel chaparro, matón y borracho que te dejó en la miseria; era un tranza, hipócrita, y ladrón. Sus pecados se lavaban en la iglesia con excelentes regalías para el señor cura. No estimas el cambio que ha tenido tú vida, porque para ti, lo bueno no cuenta… Sí, yo vendí lo que te restaba, pero fue con el fin de hacer un cambio en tu vida… que mejoraras; aún no se nota, pero en el futuro me lo agradecerás.
¾¿Mejorara?, vendiste la vaca y ahora tenemos que comprar la leche; te asociaste con el güero, nuestro vecino, para comprar la bomba del pozo, y ahora resulta que no nos pasa agua para el riego de nuestro maíz.  También, sin consultarnos, puso una cerca tan grande entre su propiedad y la nuestra, que nuestros animales ya no pueden pastar en los terrenos como antes lo hacían. ¡No comprendo tu pendejéz, Enrique!, todavía qué te está cobrando la barda, y se la estamos pagando con las crías del ganado actual y las de las próximas a parir, lo invitas a comer, ¡para que vea cómo se ve la cerca desde nuestra propiedad!
¾¡No entiendes de negocios, Martina! Hay cosas buenas que casi no se cuentan, pero cuentan mucho, y una de ellas es que los vecinos saben que somos amigos del güero y nos respetan. ¿No te has notado cuando vamos al pueblo? Nos voltean a ver, sonríen con nosotros, y nos saludan con respeto… y estar bien con la comunidad, cuenta Martina… cuenta.
¾¿Sonríen y nos saludan? ¡Se burlan de nuestra estupidez!, Enrique… De la tuya, pero ya me involucraste. ¡Ah! Y qué bueno que la bruja de Hilaria no aceptó venir a la comida, porque era capaz de venderte otra maquinaria igual a las anteriores, no nos sirven para nada; como esa cosechadora que tenemos desde hace dos años, que nos faltan diez más para pagar, y no hemos utilizado porque no tenemos qué cosechar.
¾Y a propósito de que hay cosas buenas que no se cuentan, me pidió el güero que te dijera que te invitaba a cenar a su rancho, Martina. Qué te bañaras y arreglaras, porque iba a ser un festejo elegante; y yo podría ir por ti, en la mañana. ¿No es magnífico?

¾¿Sabes qué, Enrique?... ¡Chinga tu madre!