Lo bueno casi no se cuenta,
pero cuenta mucho…
Jorge
Llera
¾¡No Martina!, ¡no! Estoy cansado de que me injuries
constantemente, que me exhibas con tus amigas como un marido mentiroso,
desobligado, corrupto, y… ¡pendejo! Esto último, ¡sí me dolió!, sólo por que no
cumplo con tus exigencias, y caprichos. Viéndolo bien, ahora estás mejor que
hace dos años, cuando vivías con aquel chaparro, matón y borracho que te dejó
en la miseria; era un tranza, hipócrita, y ladrón. Sus pecados se lavaban en la
iglesia con excelentes regalías para el señor cura. No estimas el cambio que ha
tenido tú vida, porque para ti, lo bueno no cuenta… Sí, yo vendí lo que te
restaba, pero fue con el fin de hacer un cambio en tu vida… que mejoraras; aún
no se nota, pero en el futuro me lo agradecerás.
¾¿Mejorara?,
vendiste la vaca y ahora tenemos que comprar la leche; te asociaste con el
güero, nuestro vecino, para comprar la bomba del pozo, y ahora resulta que no nos
pasa agua para el riego de nuestro maíz.
También, sin consultarnos, puso una cerca tan grande entre su propiedad
y la nuestra, que nuestros animales ya no pueden pastar en los terrenos como
antes lo hacían. ¡No comprendo tu pendejéz, Enrique!, todavía qué te está
cobrando la barda, y se la estamos pagando con las crías del ganado actual y
las de las próximas a parir, lo invitas a comer, ¡para que vea cómo se ve la
cerca desde nuestra propiedad!
¾¡No entiendes
de negocios, Martina! Hay cosas buenas que casi no se cuentan, pero cuentan
mucho, y una de ellas es que los vecinos saben que somos amigos del güero y nos
respetan. ¿No te has notado cuando vamos al pueblo? Nos voltean a ver, sonríen
con nosotros, y nos saludan con respeto… y estar bien con la comunidad, cuenta
Martina… cuenta.
¾¿Sonríen y nos
saludan? ¡Se burlan de nuestra estupidez!, Enrique… De la tuya, pero ya me
involucraste. ¡Ah! Y qué bueno que la bruja de Hilaria no aceptó venir a la
comida, porque era capaz de venderte otra maquinaria igual a las anteriores, no
nos sirven para nada; como esa cosechadora que tenemos desde hace dos años, que
nos faltan diez más para pagar, y no hemos utilizado porque no tenemos qué
cosechar.
¾Y a propósito
de que hay cosas buenas que no se cuentan, me pidió el güero que te dijera que
te invitaba a cenar a su rancho, Martina. Qué te bañaras y arreglaras, porque
iba a ser un festejo elegante; y yo podría ir por ti, en la mañana. ¿No es
magnífico?
¾¿Sabes qué,
Enrique?... ¡Chinga tu madre!
No hay comentarios:
Publicar un comentario