lunes, 14 de octubre de 2019

INVEROSÍMIL

INVEROSÍMIL
Gárgamel
El gobierno del naciente Estado de Quintana Roo esperaba el proyecto de desarrollo que se estaba elaborando para importar a ejidatarios de Michoacán y establecer un centro de población. Lorenzo, un Inspector de campo del Banco de Crédito Rural, y un topógrafo de la Secretaría de Agricultura, fueron comisionados para recabar información. Una caminata de veinte kilómetros entre la inescrutable selva alta, parajes sólo conocidos con amplitud por los trabajadores extractores de chicle. Se esperaba su regreso por la tarde…

En la  pequeña oficina del Banco de Crédito Rural, en Valladolid, Yucatán, con el bochorno del mediodía tropical adhiriéndose untuoso a la transpiración de las personas que laboraban en el recinto, y una escasa brisa, filtrada débilmente por las estrechas ventanas, que acariciaba tenuemente, con  largos y etéreos dedos, a los trabajadores, se abrió la puerta abruptamente, y una sofocada mujer, atribulada, y nerviosa, con dos pequeños a su regazo, llegó hasta la oficina del gerente de la sucursal, con la angustia reflejada en el rostro. María, la esposa de Lorenzo, le informó que éste no había llegado por la noche. Preocupado, el funcionario se comunicó con el topógrafo. Le informó que después de mucho caminar, habían localizado el lugar, y recabado la información. Al regreso, discutieron sobre el rumbo a tomar, y él siguió el que consideró correcto, llegando por la noche a casa.
Se organizaron varias cuadrillas de búsqueda que partieron en la madrugada. Regresaron por la noche sin haberlo encontrado.
El tercer día, avionetas y helicópteros de diferentes instituciones, rastrearon el espacio aéreo sin éxito. María, ante los resultados adversos, y desesperada, acudió por la tarde con el chamán del poblado, un anciano de saberes primigenios, respetado y querido en Valladolid. Enterado del problema, pidió ropa y enseres personales de Lorenzo y se encerró varias horas en una habitación. Al salir, les señaló: 
—Me he concentrado para contactar el pensamiento de Lorenzo... lo he logrado. He sentido su desesperación y angustia; el miedo, la sed y el hambre que lo tiene derrotado. Exasperado, ha tratado de extraer agua de las hojas y tallos de las plantas, se ha alimentado con ellas irritándose boca e intestinos. Ha caminado los dos días sin rumbo fijo, abriéndose paso en lo intrincado de la selva,  escuchando con desesperación el pasar de las aeronaves, sin ser avistado. Trae una revólver y le queda sólo una bala, cuatro las usó tratando de cazar animales para sus sustento. Está dispuesto a suicidarse si no logra salir de la selva, mañana…
El chamán, volvió a su habitación con la intención de inducir mentalmente a Lorenzo a caminar en un círculo, para que no se alejara más, y que lo encontraran alguno de los grupos de búsqueda que saldrían en la madrugada, precedidos por un trabajador chiclero. 

Llorando de desesperación, con la garganta seca y el paladar inflamado por la sed intensa que lo enloquecía, se dió cuenta que había caminado toda la noche en círculos. Era media mañana, y rendido por el esfuerzo inútil realizado durante los tres días perdido en la selva,  el fatalismo se aferró a su ser, sacó el revólver de la cintura dispuesto a cumplir la decisión tomada sobre su límite de lucha. Introdujo la bala en el cilindro, preparó el percutor, y con el brazo temblando acercó el cañón a la sien, con el dedo puesto en el gatillo. Esperó un instante y respiró profundo antes de apretarlo... 
Al exhalar lentamente, creyó escuchar a lo lejos voces gritando su nombre...

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