domingo, 6 de octubre de 2019

¡Ten fe, Anselmo!...

¡Ten fe, Anselmo!...
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Decidieron aceptar la invitación del Alcalde de la ciudad de Palma de Mallorca. La Mayor de las islas Baleares los recibió con el calor agradable y húmedo del clima mediterráneo al bajar de la aeronave. La  acosadora brisa, se enseñoreaba sobre la cabeza de Estela, doblegando el ala ancha de su sombrero, que con dificultad sostenía con una mano. 
Al salir del aeropuerto So Sant Joan, los esperaba un chofer uniformado con un cartel en la mano: “Magistrado Alonso Zambada”. Se aproximaron a él. Se identificó como empleado del Alcalde Mateu Iserm. Le entregó una tarjeta de bienvenida, la invitación a cenar al día siguiente, y los transportó en una limusina al hotel Nixe Palace, en dónde previamente les habían reservado habitaciones. 
            Estela recorrió la espaciosa suite deleitándose con la elegancia y suntuosidad;  asombrada por el recibimiento, le comentó:
Me habías dicho que conociste al Alcalde cuando estuviste en Nueva York como testigo en el juicio del “Chapo”, pero no sabía el grado de estimación que te tenía.
No, es sólo la cortesía a un colega Magistrado. Cuándo le avisé que aceptábamos la invitación, se mostró encantado de atendernos.
Pues disfrutemos su atención y visitemos la ciudad, dijo Estela con una amplia sonrisa…
Comenzaron el paseo disfrutando el transitar por las estrechas calles medievales, caminaron hasta la catedral de Santa María ¾la Seu¾, templo de estilo gótico levantino construido a la orilla de la bahía de Palma, asomado al mar sobre las murallas romana y renacentistas, cuya construcción se inició en el año de 1229después de la conquista de la isla por la Corona de Aragón. El rey Jaime I, decidió derribar la antigua gran mezquita de Medina Mayurca para construir el gran templo dedicado a Santa María. 
El sol del mediodía acrisoló el ambiente y se resguardaron en el manto algente que les tendieron las tres capillas paralelas de la catedral, pretexto para sonsacar la religiosidad de Elisa, que aprovechó la ocasión para orar en cada una de ellas.
Anselmo, desesperado por la tardanza, la rescató de la telaraña celestial apresurándola a seguir el recorrido. Al salir, Estela le confesó que había sentido una emoción tan grande en ese lugar, que se estremeció al punto de llorar; estaba segura que pronto, la vida de los dos iba a cambiar. Aprovechó para decirle que era un descreído, y recalcarle:
¡Ten fe, Anselmo!... ¡ten fe! 
Caminaron a la Fundación y museo de Pilar y Joan Miró ¾el máximo pintor surrealista español. En el lugar, admiraron la reproducción de la pintura: “El bodegón del zapato viejo”, obra que tiene alusiones a la guerra española. También, la cerámica, esculturas y grabados del artista Barcelonés que vivió en la mayor de las Baleares.
Al día siguiente visitaron el castillo de Belliver,  construido entre 1300 y 1311, un sueño gótico de planta perfectamente circular, que desempeñó al principio las funciones de residencia de la monarquía; después de fortaleza y por último, de prisión.
Por  la noche, la limusina del Alcalde pasó a recogérlos al hotel para llevarlos al restaurante Tito’s. Estela vestía un vestido rojo, largo, escotado, de espalda abierta; él, con esmoking.
Los recibió el Alcalde, acompañado por el dueño del establecimiento. 
Les presento al señor Tolo Cursach, dueño del lugar y de media isla, dijo sonriendo. 
Pasaron una velada amena, entre platillos regionales, vinos de la península, plática sobre sus experiencias en la isla. Anselmo, bromeando, se quejó de que con las compras excesivas de Estela, iban a necesitar más maletas; los acompañantes celebraron el comentario.
 Se abordó en las conversaciones, también el tema político; en especial, la actuación del magistrado como testigo en el juicio del narcotraficante mexicano. Se fotografiaron brindando y sonrientes en un ambiente de camaredería.
Pasaron dos días más en la isla. Al regresar al hotel después de un viaje en velero, encontraron en la recepción un juego completo de maletas de excelente calidad, regalo del Alcalde, con una nota de despedida:
“Estimados amigos, espero hayan disfrutado su estancia en esta bella isla. Les deseo un buen viaje y les ruego acepten este presente, como muestra de amistad y respeto al ejercicio profesional del Magistrado.”
Mateu Iserm


El vuelo procedente de Barcelona llegó puntual. Los pasajeros esperaban su equipaje junto a la banda. Un río de  maletas asomó turbio y lento escoltado por el rumor sordo de un mecanismo cansado. La gente, apiñada alrededor de ese gusano, esperaba pendiente sus pertenencias. Anselmo, en la segunda fila, observaba por los intersticios que dejaban los cuerpos, el paso de los equipajes. Los distinguió a la distancia, y como cazador en espera de su presa, dejó que se acercaran las tres grandes y relucientes maletas. Las retiró, metiéndose entre la gente. Al acomodarlas para iniciar la inspección en la aduana, lo rodearon varios agentes, pidiendo los acompañara. Se identificó como Magistrado del tribunal Supremo de Sinaloa. Preguntó ¿por qué se le detenía? Sin contestarle, lo llevaron a un salón apartado y abrieron las maletas: Sólo ropa y enseres personales. Con una sonrisa de satisfacción iba a cerrarlas, cuando un agente desgarra con una navaja el forro… 
Acomodados en la superficie interna de todas las maletas, asomaron pequeños paquetes, conteniendo un polvo blanco.
¡Esta usted detenido por tráfico de estupefacientes! Le espetó el oficial más cercano a él. Tiene el derecho de permanecer callado…
Elisa, apartada del grupo, llorando desesperada, le gritó a la distancia:
¡Ten fe, Anselmo!... ¡ten fe! 


Los medios de comunicación de la mañana siguiente, informaban de la detención del Magistrado, gracias a una delación anónima que incluía las fotografías de su cómplice en el extranjero: El narcotraficante más peligroso de Europa, Tolo Cursachs.


30 de septiembre de 2019


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