Instante
"El tiempo
y el espacio son relativos"
Albert
Einstein
Casi
toda la familia estaba presente en la comida para festejar el cumpleaños ochenta
de la tía Ramona. En el jardín alquilado para el evento jugaban fútbol los
primos mayores, la chiquillería corriendo de un lado a otro sin un momento de
calma, tropezaba ocasionalmente con las sillas de los adultos que conversaban
sobre las novedades, cebando su maledicencia en los ausentes, como corresponde
a una familia respetable. Dos parejas de novios buscaban lugares discretos para
sus escarceos amorosos alrededor de los centenarios árboles del fondo del
jardín.
Llamaron a la comida, un bufete de
guisos mexicanos. Largas filas y todos salían con platos rebosantes de mole,
chorizo, frijoles, tamales y otros deliciosos pero indigestos platillos. La tía
Ramona comió como si no lo volviera a hacer.
Terminando, les pidieron a todos que se agruparan para la
fotografía familiar. En el centro, en su silla, la tía Ramona. A ambos lados, sus
cuatro hijos con sus respectivos cónyuges. En la misma fila, los jóvenes del
fútbol, en camiseta y sudados abrazando a sus primas, que se resistían al
contacto. Atrás de la tía Ramona, las dos parejas de novios y su hermano Ángel
—con su inseparable puro— comentando con sus primos la partida de dominó que
habían suspendido para acudir a la foto. Al frente, hincadas y alisando sus
vestidos las niñas y del otro lado, haciendo muecas y poniendo cuernos, los
niños. Ambos flancos de la fotografía fueron rellenados por los demás
familiares y amigos.
El fotógrafo, contratado por
internet especialmente para el evento les daba indicaciones:
—¡Los de los extremos, péguense más!
¡Las mujeres de atrás, no se ven bien, descúbranse un poco!...
Una voz femenina gritó: —¡Apaguen
ese puro! — Y las mujeres aplaudieron, pero el tío no se dio por aludido.
Las parejas de novios comenzaron a
percibir un olor fétido que invadía el ambiente y de inmediato localizaron su
procedencia: —¡Tía... contrólate, ten compasión de los que estamos detrás!
—¡Ay hija! a mi edad puedo decirte
que más vale un gas en familia que un cólico a solas; así qué ¡aguántense y
respiren de lado! que sólo será un instante.
—¡No me abracen babosos, que están
sudados y huelen a león! —dijo Rosaura a sus primos.
—¡Bájale prima...bájale! estamos demostrando nuestro cariño.
Se volvió a oír nuevamente la voz de
Susana: —¡Tío, apaga tu apestoso puro! Sólo se oyó una carcajada como
respuesta.
Los niños se pusieron de acuerdo
para ver quién hacía la cara más fea en la foto.
—¡Atención todos! A la cuenta de
tres, todos digan whisky. Uno... dos y... tres. ¡Un fuerte destello iluminó el
ambiente y cegó por segundos a todos. Después... luces de colores al interior
de cada uno y la penumbra.
Quisieron separarse terminada la
foto y notaron que no se podían mover, seguían apretujados y limitados por un
marco. ¡Desesperados, gritaron pidiendo ayuda! Se desgañitaron, pero sus voces
no emitían ningún sonido. El calor era bochornoso, humores y olores alteraban a
todos. Los niños lloraban, querían deshacer sus muecas y no podían. - ¡Tía, por favor... ya no lo hagas!
El fotógrafo llegó a su estudio y
colgó en la pared otra fotografía familiar más...
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