Drama en oxímoron
Jorge Llera
Sentí su lejanía
cuando me acerqué. Me impuse a actuar con naturalidad y en una calma tensa
razoné emotivamente nuestras
diferencias, buscando dar una opinión
objetiva y remarcándole con trémula firmeza, que sin ella sería un muerto en
vida. Le pedí que olvidara mi audaz cobardía de no recordar mencionar el pacto
sin compromiso con aquella belleza grotesca que era una profunda banalidad en
mi vida. Le dije también, que nuestra relación era mi principio y mi fin…que
ella era mi amor eterno. Se hizo un silencio elocuente, un instante eterno
lleno de vacíos. Esperaba lo inesperado, casi seguro de que ella en su
misericordiosa crueldad no iba a hacer nada para impedir la continuación de
nuestro amor libre. Con estudiada indiferencia y una bien calculada
espontaneidad dijo:
-¡Manolo, eres
espectacularmente aburrido! y ¡un perfecto idiota!
30 de octubre de
2012
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