El asesino silencioso
Jorge Llera
Las reuniones en la casa del
lago eran concurridas. Acudían alumnos y maestros de la Facultad de Sicología. En un clima de intelectualidad, después de la cena, se trataban temas
de interés profesional que se prolongaban hasta altas horas de la
noche. El anfitrión era hijo único de un importante industrial y compensaba su soledad
con las reuniones semanales que organizaba. En esta ocasión se hablaba del "síndrome de Reinfield", más conocido como vampirismo.
Comentaba el doctor Steinback, que el
vampirismo era una parafilia poco frecuente y escasamente estudiada, cuando
Andrés
- estudiante del último grado- les solicitó su atención para contar una historia que
le ayudaría a establecer una
tesis que consideraba incontrovertible.
La audiencia, curiosa y
divertida, ante la expectativa de polemizar sobre un tema por demás macabro y ampliamente
explotado en la literatura y el cine,
aprobó su propuesta.
Andrés se incorporó de su asiento y comenzó el relato diciendo:
" En la parte alta de la sierra, en
una finca cafetalera a la que sólo se tenía acceso por veredas, vivía la comunidad del conde
Rackozy, de origen Rumano, quién construyó un castillo de estílo centroeuropeo en la mitad de
un bosque de coníferas. El clima húmedo y frío hacía que la niebla abrazara al
castillo desde el atardecer y destapara su sábana grumosa lentamente ya
entrada la mañana. El interior del
castillo era oscuro, iluminado tímidamente por la terquedad de
algunos rayos de luz que burlaban la opacidad de los altos ventanales. El
mobiliario antiguo y pesado, se aposentaba con la propiedad de un anciano
dentro de la pardidez de un ambiente lúgubre tapizado de polvo. Por
las noches, el castillo cobraba vida, se oían ruidos, lamentos y cantos,
por lo que se rumoraba que se hacían ceremonias paganas y que eran adoradores del demonio.
Los moradores habían llegado hace algunos años en un grupo numeroso,
huyendo de su país natal por problemas con las autoridades. En general, eran
de piel blanca, casi albinos; pelo
rubio, lacio y largo. Cuerpos delgados y de facciones finas. Su vestuario
contrastaba con el de los pobladores, pues por su sobriedad daban la apariencia
de empleados de funeraria. Deambulaban por el poblado después del atardecer, sin un fin
aparente y no se relacionaban con la gente.
Al poco tiempo de su llegada, comenzaron los asaltos nocturnos
en el pueblo. La gente era sorprendida por la noche y agredida por la espalda,
se desmayaban y al despertar se sentían débiles y cansadas. Con el
tiempo, se notó un decaimiento en la salud de los pobladores y el aumentaron los casos de desnutrición y anemias, situación que originó la atención de las autoridades sanitarias
del Estado y la irritación de los habitantes al culpar al Conde Rackozi y su
comunidad de ser la causa de sus males.
Los pobladores se estaban organizando para
atacar a los seguidores del Conde, cuando comenzó una insólita ola de entierros en la
comunidad Rackozi. Día con día, había muertes. Tal fue la gravedad de los siniestros que, en el
término
de tres meses, solo quedaron el Conde y dos subalternos, mismos que huyeron
abandonando apresuradamente la finca y el castillo, sin presentir que también a ellos los exterminaría el asesino
silencioso..."
- ¡Y he aquí mi tesis compañeros! ¡No hay mal que por bien no
venga! ¡Es un hecho que el vampirismo se va a extinguir!... ¡Lo va a exterminar el SIDA!
12 de diciembre de 2012
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