domingo, 12 de agosto de 2018

Martinillo




Martinillo
Jorge Llera

¡Martinillo, martinillo, ¿dónde estás?, ¿dónde estás?!, toca la campana, toca la campana… din, don, dan…
         No llores y repite el estribillo, debes de estar contento. El lugar es agradable, con la chimenea encendida no debes de tener frío a pesar de tu desnudez. Sonríe, esto es una ceremonia religiosa: tú estás atado en forma de cruz, como un símbolo de recogimiento y adoración; tus pies no están clavados, sino fijos por un amarre, yo  canto una canción infantil y te acaricio suavemente… disfruta… disfruta.
       ¡Vamos, repite conmigo!, con alegría. No quisiera cambiar la pluma por el punzón que lastima.
        Maartiinillo, marti…
         —¡Con fuerza!, repite conmigo:
        —¡Martinillo, martinillo, ¿dónde estás?, ¿dónde estás?!, toca la campana, toca la campana… din, don, dan…
          —Maartini…
            Lágrimas desbordantes de angustia y desesperación rodaron sobre el rostro aterrado del pequeño. Su cuerpo delgado y pálido, suspendido entre cuerdas, temblaba y se contorsionaba, tratando de zafarse de las ataduras, mientras caricias obscenas lo recorrían con impudicia.
          —¡Vamos!, ¡vamos!, pon algo de tu parte. Parece que las caricias funcionan, tu cuerpo, aunque no quieras, reacciona…
            Canta conmigo esta canción, me gusta que lo hagas mientras me desnudo del hábito de la castidad, de la pureza, de la formalidad, del yo que no soy…
          —¡Martinillo, martinillo, ¿dónde estás?, ¿dónde estás?!, toca la campana, toca la campana… din, don, dan…
           

No hay comentarios:

Publicar un comentario