lunes, 21 de febrero de 2022

Depresión

 



DEPRESIÓN

Para Carlos, un buen amigo,

desencantado de la vida.

Salí del baño apresuradamente al escuchar timbrar el teléfono, llegué a él sosteniendo con una mano la toalla enredada en la cintura, y contesté:

    ⏤¿Diga?

   ⏤Hola, Rodrigo. Habla Lucy, la esposa de Carlos.

    ⏤Qué tal, Lucy. ¿Cómo están?

    ⏤Yo bien, pero a tu amigo se le ha recrudecido la depresión y me está costando mucho trabajo lidiar con ello. Estoy tan desesperada que recurro al cariño que le tienes, como mi último recurso, antes de abandonarlo a su suerte, quisiera platicar contigo.

    Nos citamos en un restaurante y, frente a una copa de vino, Lucy desgranó toda la historia:

    ⏤…Sí, Rodrigo, desde hace años la apatía y el desánimo se han apropiado de su vida; últimamente, entró en una crisis que no puedo manejar. Lo amo, pero no puedo vivir permanentemente con un bulto en pijama frente al televisor que no se baña, no me dirige la palabra y cuando lo hace, es para reprocharme actitudes, culpándome de su pasividad. Logré llevarlo al médico, le prescribió medicamentos que nunca toma. Constantemente me dice que quiere morir; según él, ya hizo todo lo que tenía que hacer en su existencia… “Sin motivaciones, la vida no tiene sentido”, me dijo, apesadumbrado.

    Conmovido por el estado de salud de mi amigo y el trance por el que pasaba Lucy, decidimos establecer una estrategia de choque para estimular a Carlos y tomara nuevamente las riendas de su destino. 

    Llamé a la puerta. Lucy me recibió y condujo a la sala donde Carlos, apoltronado en su sillón favorito, revestido con un pijama de rayas azules, oía en su reproductor una melodía triste y miraba distraídamente el techo de la habitación. Las notas del piano derramaban melancolía, y el mobiliario guardaba respetuoso silencio, como en una sala de conciertos; solo las cortinas, turbadas por la brisa matinal, acompañaban suavemente la música. Volteó indiferente a verme; la barba crecida, el pelo enmarañado y el rostro ajado, denotaban descuido, apatía y suciedad. 

    ⏤Hola Rodrigo.

    ⏤¿Qué te trae por acá?, llegas a tiempo para escuchar la música con la que quiero me despidan: la marcha fúnebre de la Sonata n.º 2, op. 35, de Chopin. 

    ⏤Asentí y lo saludé con afecto mientras las notas luctuosas taladraban mi mente, y el ánimo decaía con la escena que presenciaba. Platiqué un rato sobre los temas comunes, con respuestas cortantes y monosilábicas, hasta que introduje un tema: Rosina, nuestra compañera de estudios, que había sido su novia. Noté el brillo repentino en la mirada y cierta inquietud al preguntar por primera vez:

    ⏤¿La has visto?

    ⏤Ocasionalmente, en alguna reunión de la escuela. No se ha casado y se conserva muy bien, deslicé. Va a asistir a la cena anual el próximo sábado. ¿Quieres ir?

    ⏤¡No!, no, ya no me gusta socializar, aunque sean mis amigos. Además, no podría hacerlo bien porque iría con Lucy.

    ⏤Pregúntale primero si quiere ir.

    ⏤No, vete solo, no me acuerdo de nadie, me aburriría. 

    Pensé en ese momento: “Tal vez la amistad en la vida de un hombre es más importante que el amor”, y por lo tanto… nuestro plan fracasaría.

Al día siguiente, me habló Lucy: 

    ⏤¡Sí va!...

    Pasé por Carlos a su casa, Lucy me abrió la puerta, y alcanzó a musitarme al oído: “Fue una magnifica jugada, lo logramos”. Bajó mi amigo, elegantemente vestido, y con una amplia sonrisa me señaló que estaba listo. Besó a Lucy al despedirse y partimos.

Llegamos al salón y Carlos avanzó festivamente, saludando a los amigos, deteniéndose solo el tiempo necesario para un saludo protocolario, y recorriendo el recinto con la mirada en busca de Rosina. La localizó en una mesa del fondo, platicando con amigas. Me jaló del brazo para que lo acompañara y sorteando obstáculos, llegamos. Estaba de espalda a nosotros, se acercó y tapándole los ojos con las manos le preguntó: 

    ⏤Adivina ¿quién soy?

    Rosina cubrió las manos con las suyas y, con una espontánea risa contestó:

    ⏤¡Mi ángel de la guarda!

    ⏤¡Claro que sí!, dijo Carlos, al saludarla con un beso en la mejilla.

    Toda la cena la pasaron platicando y al salir llevaba toda la información de ella en la cartera.

    ⏤Hola, Lucy. Te hablo para saber ¿cómo ha reaccionado Carlos después de la cena?

    ⏤Hola, Rodrigo. Te comunico que Carlos es otro: se levanta temprano, se baña, siempre anda de buen humor y nuestra relación ha mejorado sustancialmente. Aunque en el aspecto sexual sigue cierta frialdad, su comportamiento es tierno, tal vez un poco paternal.

    ⏤Bueno, es lo que esperábamos, ¿no? Habrá que ver cómo reacciona a la segunda parte del plan: Cuando se entere que su prudente y fiel esposa, la siempre pendiente de sus necesidades… ¡tiene un amante!



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