Destino alterado
El destino es el que baraja las cartas,
pero
nosotros somos los que jugamos.
William Shakespeare
Había
asistido al abuelo durante la larga enfermedad, palpando día con día entristecido y desalentado, su
deterioro progresivo. Sabía que el término de la vida de su abuelo estaba muy
cercano y al igual que toda la familia sentía un dolor profundo por la pérdida
de un hombre sabio, amable y cariñoso, que siempre apoyó a cada uno de los
parientes en las circunstancias difíciles.
Exitoso en su trabajo, el abuelo llegó
a tener holgura económica desde muy joven y su empresa conserva aún el
liderazgo en la industria del libro. Hombre de cultura amplia, pasaba gran
parte de su tiempo en la biblioteca de la Editorial. Siempre tenía tiempo para la
gente cercana y amigos que lo visitaban solicitando su orientación y consejo.
La certeza de sus sentencias le
fincaron fama de clarividente entre los conocidos y el respeto por las
recomendaciones dadas. Condición que él aminoraba con natural modestia. La gente
solicitaba asesoría y tras el escritorio, lugar central de su reino, los
escuchaba atentamente. Cuando tenía una comprensión completa de la problemática
presentada, les requería de un momento para analizarla. Se introducía a la
oficina contigua, y después de un largo rato, volvía para manifestarles el
consejo.
El abuelo lo mandó llamar
expresamente. Al llegar, un sirviente lo condujo a su recámara y al verlo, pidió que salieran todos y se acercara Carlos a
su lado para hablarle de algo personal. Escuchó de sus labios las siguientes palabras,
bisbiseadas al oído:
Carlos, he decidido que te encargues
de mis responsabilidades en la Editorial y heredarte el espejo especial que ha
acompañado a la familia por generaciones. Sólo tú puedes conocer de su existencia.
Me lo heredó mi padre, afirmando que llegó a la familia hace muchos años
procedente de Arabia, y que fueron sus propietarios famosos hechiceros desde la
antigüedad remota; tiene la virtud de reflejar imágenes simultáneas por ambas
caras, la real y la virtual. Esta última, proyecta una visión del futuro del
sujeto captado, siempre y cuando continúe su vida como hasta ese momento la ha
hecho. El espejo está en la oficina
sobre un marco hueco, de tal forma que puede reflejar la imagen de las personas
sentadas frente al escritorio. Es por eso que mis opiniones y consejos son, en
la mayoría de los casos, acertados. Al aceptar el cargo de Director General,
tomas la responsabilidad del espejo. Poco después expiró tomado de su mano.
Carlos ocupó el cargo de Director en
la Editorial. Asumió también, con éxito, la labor de orientador y agorero. Aconsejaba
sobre el cambio de actitudes y acciones en las vidas de los consultantes si
veía problemas en su futuro, logrando armonizar sus existencias y evitando que
cayeran en los conflictos previstos .
El
verano siguiente llegó a saludarlo su hija Natalia y conversaron largo rato en
la oficina. Fue a despedirse, se iba de
vacaciones con los niños. Consultó al espejo para anticipar sus vivencias. ¡Lo
que vio, lo horrorizó! El avión explotaba en el aire y se consumía en una nube
de fuego. Salió lívido del cuarto y pidió a Natalia que suspendiera el viaje.
Se negó rotundamente, pidiendo explicaciones que él no podía dar. Era tal su
desesperación que, rompiendo la promesa hecha al abuelo, le comentó lo del espejo.
Ella se rió de la historia. Se lo trató
de demostrar físicamente llevándola al cuarto contiguo, pero éste permaneció
oscuro. Exasperado, le rogó
encarecidamente que no viajara, y ella lo ignoró, despidiéndose molesta y
desconcertada por la actitud de su padre.
Era imprescindible impedir el viaje.
La fecha de partida cada vez más cercana y no se le ocurría algo. No sabía cómo
salir de aquel laberinto. Pasó horas elaborando planes que desechaba al poco
rato. Por fin un día elaboró un proyecto. Consiguió el material, equipo
necesario, personal especializado y discreto… Y esperó ansioso.
Le hablaron sus nietos para
despedirse. Trató de aparentar tranquilidad y bromeó con ellos. AL colgar el
teléfono, se tomó un café en la cocina y caviló su angustia.
Anunciaron
la salida del vuelo por los tableros electrónicos y el magnavoz del aeropuerto:
Pasajeros del vuelo 606 de American
Airlines con destino a Orlando, Florida, favor de abordar por la sala veinte…
Al
llegar a la sala, los pasajeros ocuparon los asientos del área de espera;
observaban a través del ventanal las maniobras de carga del aeronave y a lo
lejos, la llegada y partida de los aviones en las pistas; percibían el vibrar
en los cristales, producido por el continuo despegar. Vieron como el aparato se
acercó lentamente al túnel de acometida y los maleteros se aprestaron a subir
el equipaje a las bodegas.
Cuando cerraron los almacenamientos
y alejaron los carros vacíos, se oyó un estruendo que hizo vibrar los ventanales
de la sala de espera. Grandes llamaradas
cubrían a la aeronave, el estruendo de las ventanas al estallar parecían
cañonazos en un ambiente de guerra. Los
pasajeros se agolparon a observar al avión partido en dos por la parte central
y fuego saliendo de las bodegas. Fueron desalojados por el personal de
seguridad. Al siniestro llegaron rápidamente llegaron carros de bomberos y
controlaron el fuego y las explosiones. No hubo más percances que lamentar, que
la pérdida del avión.
Desde el restaurante Carlos observó
entre decenas de asombrados espectadores, la labor de los bomberos. Cerró su
teléfono celular y lo guardó, dio el
último trago a su café y pido la cuenta…
En
el noticiero nocturno se informó:
... La agencia investigadora descubrió que fueron
dos bombas las que estallaron en el avión, una en el área de servicio y otra
escondida en un embarque de libros. Entre los pasajeros se encontraban políticos
importantes. Se sospecha de un atentado contra sus vidas…
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