El
partido
Les tiras el balón
y van como locos,
como perros al
hueso… igual.
Pep Guardiola
—¡Florinda, ya llegué! Te traigo una sorpresa: Vienen mis
compañeros de la oficina a ver el partido de futbol. Sin esperar respuesta,
entró una turba de individuos y se instalaron en el interior del departamento
unifamiliar. Ocuparon en la sala y el comedor los asientos disponibles y los
que no alcanzaron lugar, se sentaron en el piso, recargados en las paredes. El
bullicio entró con ellos, arrinconando a la placidez tras de los muebles:
pláticas, risas y carcajadas saturaron el espacio y dificultaron la
comunicación.
—¡Paco, la
tele! ¡la tele! —¡Es en el Canal de las Estrellas!
Con seriedad
en sus facciones y una sonrisa forzada salió Florinda de su habitación. Despeinada,
enfundada en la bata rosa de todos los días; movía los pies rápidamente,
deslizando sus pantuflas ribeteadas con piel de conejo sobre los espacios
libres, esquivando piernas al caminar por el pasillo y saludando con un ligero
movimiento de la cabeza a los que iba rebasando. Se acercó a su marido, lo tomó
del brazo y lo condujo a la cocina. Esperaron a que los que estaban preparando
botanas, sacando hielos y cervezas del refrigerador, los dejaran solos. Lo miró
a la cara y descargó una bocanada de ira sobre el rostro atemorizado de Paco.
—¡¿Qué te
crees, imbécil?! Al traer, sin avisar, a los vagos de tu oficina. ¡No los
quiero en mi casa!, sácalos o lo haré yo. Está invitada mi madre a comer con
nosotros y llegará en media hora. Los muertos de hambre de tus amigotes están
acabando con mi despensa, están ensuciando el piso que acabo de limpiar y mis
muebles.
—No puedo
correrlos, cariño. Vinieron a ver el partido mi jefe y dos subdirectores. Como
era el lugar más cercano a la oficina, me rogaron que los invitara y tuve que
aceptar. No puedo quedar mal con ellos, ya ves que está por resolverse lo de mi
ascenso.
—No se cómo
pueden idiotizarse todos los hombres por un juego estúpido de perseguir una
pelotita por todo el campo y encolerizarse si ésta no entra al marco o, llorar
de alegría si lo hace. No se emocionan tanto cuando nace un hijo o, sufren una
pérdida. Nada más porque puedo perjudicar tu ascenso no los corro, pero en
cuanto llegue mi madre, me voy con ella a comer fuera. Y cuidado si cuando
regrese no encuentro la casa limpia. Diciendo esto, dio media vuelta y,
precedida por sus pantuflas de piel de conejo, sorteó las piernas del pasillo y
regresó a su cuarto.
Como un resorte se pararon todos, pusieron la mano derecha
sobre el pecho en señal de saludo y cantaron el Himno Nacional al escuchar los
primeros acordes. El pequeño departamento retumbó de patriotismo al escuchar:
“Al sonoro rugir del cañón…” Las lágrimas desbordaron a algunos, el orgullo
ruborizó las caras y un sentimiento de poder y seguridad se apropió de todos.
¡Paquito!
—gritó el jefe. Manda por unas pizzas y cervezas, ahí te cooperamos más tarde.
Tocaron, y pensando que era la comida, abrieron la puerta. Asomó
una cabellera corta y platinada; la picardía de unos ojos azules agrandados por
los lentes de aumento y la sonrisa de sorpresa en la cara redonda de una vieja
rolliza, de vestido floreado.
Paco se
levantó y la presentó al grupo como su suegra; su jefe la tomó del brazo y la
sentó junto a él frente al televisor. Le ofrecieron una bebida y aceptó una
“cubita”. Le explicaron quién jugaba en contra de México y el color de los uniformes de cada
equipo. A la segunda “cubita” comenzó a opinar: —¿Y que hace ese señor que
parece sapo güero corriendo, dando saltos y moviendo los brazos al filo del
campo? ¿es porrista? Todos acogieron con una carcajada el comentario y le
ofrecieron la tercera “cubita”. Fue ahí que en un acercamiento enfocaron a
varios jugadores de camiseta naranja y sin poderse contener exclamó: ¡Virgen
Santísima, que hombres! ante el aplauso estruendoso de la concurrencia.
—¡ Mamá! —Se
escuchó la voz de Florinda. —¡Vámonos a comer!.
— Si hija,
sólo déjame terminar. Extendió sus brazos al frente y moviendo las manos como
mariposa en vuelo, al mismo tiempo que todos los concurrente, castigó al
arquero Holandés con un sonoro
¡Puuuuutoooo!
30 de junio de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario