La reconquista
Había
vagado por la ciudad en una confusión angustiante hasta altas horas de la
madrugada; la tristeza lo acompañaba en su deambular. Trataba de ordenar sus
pensamientos que le llevaban recurrentemente al momento del rompimiento. Las
frases duras que salieron de la boca de ella lo hirieron como lanzas:
¡Ya no te
quiero... contigo no hay futuro.. .eres el peor error de mi vida ... no quiero
saber más de tí! .
Entre el llanto, que no se decidía a
salir y la impotencia ante el suceso no previsto, discurría las posibilidades
de un reencuentro amoroso. Al llegar a su departamento, tenía definido el plan
de reconquista.
Inició con el envío de una gruesa de rosas rojas, en señal de la
pasión que lo consumía y una nota de
arrepentimiento con promesas de amor eterno. Le habló por teléfono en la tarde,
con la seguridad de haberla ablandado y de que la tormenta del día anterior
había pasado:
- Hola Cucusita ¿Te gustaron las flores ?
- A mí no, pero el personal de
intendencia te da las gracias por adornar su cubículo. Te pido no me mandes más
notas cursis... y ¡Desaparécete de mi vida!
Pensó que a lo mejor era demasiado
pronto para recomponer el noviazgo, por lo que decidió darle unos días a que lo
meditara. Le atormentaba constantemente la idea de que estuviera interesada en
otra persona y aparecieron los celos en
su vida -pasión que carcome y consume el alma hasta la locura. Llegó el momento
de confirmar esa sospecha y armándose de unos binoculares y cámara fotográfica,
fue a buscar la evidencia.
Se ubicó atrás de un poste en la
acera de enfrente de la oficina de ella y en un mimetismo casi perfecto con un
poste, se ocultó a la vista de los transeúntes. Salió el personal y él, en
ángulo de noventa grados con sus binoculares, observó la desbandada. A ella no
la encontró. Cuando escudriñaba con los
binoculares alrededor de la calle para buscarla por otro lado, sintió un fuerte
coscorrón que le hizo soltarlos y se estrellaran en el pavimento. Se volteó y
vio la cara enfurecida de su Cucusita que, acompañada de dos policías lo acusó
de acoso sexual.
Camino a la Delegación, suspendido
en vilo por los guardianes, miró como se alejaba su amada. El movimiento de
ella al caminar, le llenó la mente de pensamientos pasionales y afirmó su
convicción de recuperarla, Pensó :
Tal vez
sigue un poco molesta.
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