lunes, 9 de diciembre de 2019

Bacalao a la viscaína

Bacalao a la Vizcaína
Gárgamel
La cazuela  grande contenía el bacalao en proceso de desalación, llevaba dos días y cuatro cambios de agua. Vacié el líquido y llevé el pescado la mesa de la cocina, para comenzar a limpiarlo. El viento húmedo del cantábrico y la perezosa nubosidad que oscurecía la visibilidad de la ciudad de Bilbao, me hacían sentir, desde la altura de mi departamento, navegar en la grisácea soledad de un mar que se confundía con el horizonte en esa tarde de invierno. Estaba iniciando el  trabajo de desespinar y desmenuzar el bacalao, cuando entró mi hija en actitud beligerante, con las facciones descompuestas y transpirando rencor. Exasperada, expresó: 
⏤¡Me voy a divorciar de este desgraciado! ¡Estoy segura de que tiene una amante! Últimamente llega a altas horas de la noche y lo único que quiere es dormir.
⏤Buenos días hija… yo también estoy bien, gracias. Siéntate y ayúdame.
Se incorporó a la labor y a despotricar en contra de su marido. 
⏤Es un inconsciente, madre, se olvidó de nuestro aniversario y no me habló hasta la noche, pretextando que estaba  trabajando.
Una hora duró el desmenuzado y los cargos contra Fabricio aumentaron, integrando un expediente digno de una causa criminal.
Pelamos los ajos, los cortamos finamente, les quitamos el corazón, mezclamos con cebolla picada y freímos con abundante aceite de olivo..
Mi hija seguía hablando atropelladamente y yo, observándola sin opinar nada.
⏤Estela, pon el perejil a desinfectar, después lo picas, sacas de la alacena los chiles morrones y los cortas en tiras. Calienta las papas de cambray en agua, para que terminen de hacerlo en el guisado.
Ella volvió al reproche: 
⏤¡Y también tiene mamitis! No puede pasar un día sin que le hable, seguramente se quejará de la comida, porque siempre anda diciendo: “Tal guiso le queda muy sabroso a mi mamá o, ella me hacía tal otro...”
Levante la vista, la observé y… sonreí. 
⏤Licúa ocho jitomates y le agregas las dos latas de puré…
Estela siguió con su monólogo: 
⏤También debo reconocer que no todo es malo, Fabricio cumple con los gastos de la casa y la escuela de los niños. Pero: ¡¿y yo?, ¿cuándo unas vacaciones?, ¿una ida al cine o al teatro?, un te quiero!…
Levanté la vista y, sonreí…
⏤Mete el bacalao en la cazuela con el ajo y la cebolla; vacíale el jitomate licuado, muévelo lentamente con la pala de madera y le pones de una vez las papas. Vigila que el fuego no esté muy alto.
Mientras bajaba la flama de la estufa manifestó:
⏤Me compró el otro día un vestido corto precioso para la cena de su oficina, en color azul, escotado y descubierto también por la espalda. Deberías haber visto los ojos de la esposa de su jefe. ¡Le encantó! pero sólo comentó: “Te queda bien el azul”
Volteé y, sonreí…
⏤Saca dos frascos de aceitunas y dos de alcaparras de la alacena, les quitas la salmuera y  las echas al bacalao. Síguelo moviendo, no se vaya a quemar.
⏤Eso hago mamá. ¡Ah! y te comento que pensamos pasar las fiestas navideñas con la tía Ofelia en San Francisco para aprovechar las vacaciones de los niños.
Levanté la cara y, sonreí…
⏤Hija, ponle los morrones y el perejil y déjalo reposar. Prepara la mesa, y llama a todos al comedor. ¡Ah! Se me olvidaba, saca una lata de chiles güeros y  llévalos en una salsera.
⏤¡Papá!, ¡Mi amor!, a comer. Niños, lávense las manos y a la mesa.
Levanté la cara y, sonreí

domingo, 24 de noviembre de 2019

Las señoritas del "Bombay"

Las señoritas del “Bombay” 
Gárgamel
Era la cuarta copa y Francisco se sentía eufórico; veía fijamente a la botella oscura del ron antillano ─amurallada de refrescos de cola y aguas minerales─ despedir reflejos luminosos por los neones multicolores del lugar y a las esferas de pequeños espejos, que desde las alturas, dispersaban irrealidad en las parejas de la pista. En ese ambiente oscuro, mórbido y pegajoso del centro nocturno, disfrutaba el  acoplamiento sensual y rítmico de los cuerpos en los acordes del danzón, interpretados por cuatro ancestrales  músicos.
Dio un trago a su bebida, y sacó de su portafolios el cuaderno de bocetos, y un lápiz suave. Fijó su vista en la mesa frente a la suya, en donde departían cinco trabajadoras del lugar, encargadas de bailar con los clientes.
Con trazo rápido el artista comenzó un boceto. Cinco mujeres: una morena, dos blancas y dos negras. Conforme fue esbozando las figuras, equiparó la semejanza de la escena con la plasmada en la pintura “Las damas de Avignon”, de Pablo Picasso, lienzo que estableció la ruptura con los principios básicos del realismo renacentista al eliminar la profundidad espacial y plasmar la anatomía humana, utilizando rasgos angulares en sus figuras geométricas;  tratando de representar todas las partes de un objeto en un sólo plano;  iniciando así, el movimiento cubista y el arte abstracto.
Francisco elaboró varios dibujos mientras consumía el resto de la botella. Se retiró del lugar con paso trastabillante cuándo las luces del deprimente amanecer, se escurrieron temerosas por los intersticios de las parduscas ventanas, borrando la belleza artificial del realismo mágico, en los rostros ajados de la escasa clientela.
Al despertar, con una severa resaca martillando su cabeza, el pintor revisó  los dibujos. Decidió que era un buen tema para el lienzo que regalaría a don Bonifacio, dueño del “Bombay”, antro que frecuentaba dos o tres días a la semana. Tal vez, lo compensaría con  varias botellas y pondría la obra de arte en una de las paredes centrales del salón. Sería una obra cultural que enaltecería ese lugar popular.
Llegó la noche del desvelamiento de la obra maestra del pintor Francisco Cruz: “Las damas del Bombay”. El salón, decorado para tan solemne evento, resplandecía de luces, los concurrentes vestían sus mejores galas y esperaban expectantes. La pequeña orquesta tocó las fanfarrias introductorias, y don Bonifacio, dirigió palabras de agradecimiento al autor y elogió su obra Tiró del cordón, y la cubierta de tela se deslizó como túnica de seda en escultural figura, mostrando a los espectadores un mundo nuevo de color y geometría; de  cinco figuras planas vistas de frente y perfil al mismo tiempo, de escorzos imposibles...  El estupor vació el sonido del lugar, las miradas fijas en la tela se llenaron de incomprensión y desencanto;  la asistencia emitió un desangelado aahhhhh, que congeló el ambiente y, sólo Bernardo, el cegatón, aplaudió contundentemente. Las cinco protagonistas, le mentaron la madre y se retiraron a su mesa para comenzar a trabajar…
La noche posterior al evento Francisco notó que ya no estaba colgado el cuadro en el lugar de honor, lo habían cambiado por el luminoso anuncio de un refresco de cola. Molesto, se dirigió al baño antes de ir a hablar con don Bonifacio. Al abrir la puerta, vió en una pared lateral, arriba de los retretes, la innovadora obra de arte, y sobre ella, varios mensajes:
“Si son tus hermanas, por eso están solteras”
“Cuando fumes de esa, no la mezcles con alcohol”...
Con la amargura de la  decepción doblegando su cuerpo, se  recargó sobre el orinal, y… lloró.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Juego de naipes

Juego de naipes



Gárgamel
El torso desnudo y húmedo se ensombrecía ligeramente alrededor de los firmes pectorales masculinos rubricados por una tenue vellosidad, que descendía en insinuante recorrido hasta cobijarse bajo la cintura de unos jeans desgastados. La camisa, en una contorsión amorfa, abandonada en el piso entre zapatos y calcetines,  evidenciaba la molestia por la pérdida de la última mano de poker.  En el respaldo de una , colgaba la ligera falda gris con la hilera de botones dorados al frente, y una blusa alba; y sobre el asiento, descansaban lánguidas y serpenteantes, las sedosas medias blancas.
El ambiente de taciturna oscuridad y música apacible, estimulaba el halo erótico que inundaba el lugar. La iluminación de la mesa destacaba la tensión del juego, la curiosidad y el goce de Carolina por descubrir nuevas emociones. Ella aún no perdía, conservaba  el delicado brasier de encaje que resaltaba sus pequeños senos, y las diminutas bragas que cubrían atractivamente, lo necesario. Con sonrisa ingenua resguardaba el abanico de cartas. Al tocarle el turno descubrió su rostro bajando los naipes, y con el destello de una pícara mirada en sus ojos verdes, esparció sobre la mesa un ramillete de cuatro ases de la mano de un orgulloso rey. Con un gesto de decepción, Rafaél se despojo de los jeans, quedándose como única prenda con sus boxers.
Carolina tomó un trago de la bebida que especialmente le había preparado su acompañante. Dejó el vaso y lo besó apasionadamente, restregando su cuerpo con la sensualidad y el deseo de intimidad que la consumían. Rafaél, con una estimulación evidente, que no se molestó en ocultar, le preguntó:
⏤Ahora, ¿qué apuestas?
⏤¡El resto!, contestó ella, con la eufórica intención de culminar a la brevedad  el juego.
Repartieron cartas, y ambos cambiaron dos. Carolina tomó un trago, y descorrió lentamente el abanico de naipes. Dos pares... cantó.
Rafaél, comenzó a sonreír y sutilmente le susurró al oído: 
Full de Reyes y Damas… desnúdate. Y aunque gané, te voy a acompañar. Y al momento que ella se quitaba el resto de la ropa, él deslizó el boxer, que cayó con dificultad, al salvar el erguido obstáculo
La acercó tiernamente, y tomándola con ambas manos de los glúteos, la besó apasionadamente mientras la penetraba...
No oyeron el crujir de la puerta, sólo escucharon el desaforado grito… ¡Carolinaaaa!...
⏤!Papáaaa!... ¡No!, ¡no!. ¡Por favor!...
Un doble estruendo opacó el alarido de Carolina, que aterrorizada, vio cómo se desplomaba el cuerpo inerte de Rafaél y escuchó el bramido del padre, que desesperado, le gritaba al muerto:
⏤¡Imbécil, sólo es una niña!



10 de noviembre de 2019

domingo, 3 de noviembre de 2019

El Manchado

El Manchado

Gárgamel



El rebaño de borregos y cabras pastaba en el ardiente mediodía de un erial yermo, de montes áridos y monótonos que se extendían hasta confundirse con el terroso horizonte. El paisaje, salpicado por arbustos mustios, nopaleras multiformes, y cactus tubulares con apéndices apuntando al sol, cual dedos acusadores, revelaba una bochornosa calma.

     Algunas ovejas agobiadas por el calor excesivo, se resguardaban en el austero breñal que propiciaban las rocas, bajo la mirada vigilante del pequeño Antonio y del Manchado ⏤perro flaco, viejo y tuerto, de pelambre pardo sucio, con máculas oscuras en el lomo, y una larga cola que lo acompañaba, con movimientos de aliento, al caminar⏤. Animal diestro en el arte de la conducción del ganado, atendía con prontitud y eficiencia las órdenes que mediante silbidos le daba Antonio, el pastor. Lo acompañaba su fiel Sombra: perro joven, cuyas reminiscencias fenotípicas de labrador le daban el nombre, la nobleza de la estirpe, y su recio carácter. 

     Era tierra peligrosa para las crías: la fauna carnívora, hambrienta y voraz, estaba siempre al acecho y  espera de un descuido o un mal movimiento de los guardianes; seguían a distancia al rebaño, ocultos en la maleza y las formaciones rocosas. 

     Antonio silbó sus instrucciones, y los perros comenzaron a arriar el ganado; correteaban a las dispersas y mordiendo sus corvas, las obligaban a tomar la dirección correcta. El pastor las contó y notó que faltaba una borrega y su cría. Le silbó al Manchado para que la buscara. El animal partió raudo en dirección del breñal; husmeando, se metió en la maleza y al llegar a una formación rocosa, encontró una gruta. Con cautela se introdujo, vislumbró en la penumbra al un coyote acosando a la borrega y a su cría. Replegada a la pared, la madre topeteaba al agresor y balaba con desesperación pidiendo ayuda. El Manchado llegó y de un saltó cayó sobre el lomo del agresor, clavándole los colmillos en el cuello. El animal se revolcó en su eje y el viejo perro pudo prensarlo con una tarascada en la tráquea; cerró la mandíbula con fuerza, se oyó el ruido del desgarre, y un gemido ronco al liberar el aire de los pulmones; los movimientos de las extremidades del animal, rasgaron la piel del pecho y vientre del manchado. La borrega y su cría, aprovecharon la confusión para salir apresuradamente.

     Tendido del lado del ojo ciego, y cercano al moribundo, no vio acercarse a la pareja del coyote que se abalanzó sobre su cabeza y cuello con feroces dentelladas. La tibieza líquida comenzó a manar de las heridas y a resbalar hacia el hocico y los belfos. Aunque la atacante lo siguiera destrozando, dejó de sentir dolor. Ya no hizo el esfuerzo por defenderse. 



Era raro, ya no sentía nada, los pájaros habían callado, los murmullos de un silencio tranquilizador lo envolvieron y le proporcionaban paz. Se incorporó y percibió ligereza en sus movimientos, con ganas de perseguir a las aves que se posaban cercanas a él, como hace mucho tiempo lo hacía con sus hermanos. Miró a la distancia y distinguió al rebaño camino a la hacienda y a Sombra, su sombra, mordiendo las corvas de los animales rezagados.



Noviembre 3 de 2019

domingo, 20 de octubre de 2019

Tres historias


Tres historias

Gárgamel
Girasol
Apolo, en su infinita necesidad de ser admirado, esparció por el mundo una planta cuya flor lo admirase en su recorrido diario. Cientos de años conservaron los vegetales el fervor fanático con el que se adoraba a ese dios mitológico. Complacía y glorificaba el ego de él. El tiempo cambió al planeta  y la devoción de la planta… devino en fototropismo.  

obsesión
Al oír la voz en la calle, corría a esconderse… “¡Chamacos malcriados! ¡Miedosos que vendan!//¡ Y niños que acostumbren dar chillidos o gritar!// ¡Cambio, vendo y compro, por igual!”*… Se sabía en falta, y ese pregón lo perturbaba, lo perseguía día y noche como una pesadilla que a la larga, lo alcanzaría. Tomó de la mano a Miguel, su hermano menor y, regresó a casa con un balón de fútbol.
*Francisco Gabilondo Soler (Cri Cri)

Candado

Decía su madre qué, cuando lograra encontrar el amor, no lo soltara; lo cuidara y alimentara cada día con muestras de cariño y devoción; que viera a su mujer como lo más sagrado de su vida:  esa era la forma de conservarla por siempre; así, nunca lo abandonaría. Y, Rutilio, siguió al pie de la letra los sabios consejos.
            Volteo hacia el altar con la imagen de ella cercada por veladoras, y se persignó. La miró tendida en la cama, y con emoción, le dijo que la amaba. Tomó su portafolios, cerró el candado de la celda y… salió a trabajar.


20 de octubre de 2019

lunes, 14 de octubre de 2019

INVEROSÍMIL

INVEROSÍMIL
Gárgamel
El gobierno del naciente Estado de Quintana Roo esperaba el proyecto de desarrollo que se estaba elaborando para importar a ejidatarios de Michoacán y establecer un centro de población. Lorenzo, un Inspector de campo del Banco de Crédito Rural, y un topógrafo de la Secretaría de Agricultura, fueron comisionados para recabar información. Una caminata de veinte kilómetros entre la inescrutable selva alta, parajes sólo conocidos con amplitud por los trabajadores extractores de chicle. Se esperaba su regreso por la tarde…

En la  pequeña oficina del Banco de Crédito Rural, en Valladolid, Yucatán, con el bochorno del mediodía tropical adhiriéndose untuoso a la transpiración de las personas que laboraban en el recinto, y una escasa brisa, filtrada débilmente por las estrechas ventanas, que acariciaba tenuemente, con  largos y etéreos dedos, a los trabajadores, se abrió la puerta abruptamente, y una sofocada mujer, atribulada, y nerviosa, con dos pequeños a su regazo, llegó hasta la oficina del gerente de la sucursal, con la angustia reflejada en el rostro. María, la esposa de Lorenzo, le informó que éste no había llegado por la noche. Preocupado, el funcionario se comunicó con el topógrafo. Le informó que después de mucho caminar, habían localizado el lugar, y recabado la información. Al regreso, discutieron sobre el rumbo a tomar, y él siguió el que consideró correcto, llegando por la noche a casa.
Se organizaron varias cuadrillas de búsqueda que partieron en la madrugada. Regresaron por la noche sin haberlo encontrado.
El tercer día, avionetas y helicópteros de diferentes instituciones, rastrearon el espacio aéreo sin éxito. María, ante los resultados adversos, y desesperada, acudió por la tarde con el chamán del poblado, un anciano de saberes primigenios, respetado y querido en Valladolid. Enterado del problema, pidió ropa y enseres personales de Lorenzo y se encerró varias horas en una habitación. Al salir, les señaló: 
—Me he concentrado para contactar el pensamiento de Lorenzo... lo he logrado. He sentido su desesperación y angustia; el miedo, la sed y el hambre que lo tiene derrotado. Exasperado, ha tratado de extraer agua de las hojas y tallos de las plantas, se ha alimentado con ellas irritándose boca e intestinos. Ha caminado los dos días sin rumbo fijo, abriéndose paso en lo intrincado de la selva,  escuchando con desesperación el pasar de las aeronaves, sin ser avistado. Trae una revólver y le queda sólo una bala, cuatro las usó tratando de cazar animales para sus sustento. Está dispuesto a suicidarse si no logra salir de la selva, mañana…
El chamán, volvió a su habitación con la intención de inducir mentalmente a Lorenzo a caminar en un círculo, para que no se alejara más, y que lo encontraran alguno de los grupos de búsqueda que saldrían en la madrugada, precedidos por un trabajador chiclero. 

Llorando de desesperación, con la garganta seca y el paladar inflamado por la sed intensa que lo enloquecía, se dió cuenta que había caminado toda la noche en círculos. Era media mañana, y rendido por el esfuerzo inútil realizado durante los tres días perdido en la selva,  el fatalismo se aferró a su ser, sacó el revólver de la cintura dispuesto a cumplir la decisión tomada sobre su límite de lucha. Introdujo la bala en el cilindro, preparó el percutor, y con el brazo temblando acercó el cañón a la sien, con el dedo puesto en el gatillo. Esperó un instante y respiró profundo antes de apretarlo... 
Al exhalar lentamente, creyó escuchar a lo lejos voces gritando su nombre...

domingo, 6 de octubre de 2019

¡Ten fe, Anselmo!...

¡Ten fe, Anselmo!...
Gárgamel

Decidieron aceptar la invitación del Alcalde de la ciudad de Palma de Mallorca. La Mayor de las islas Baleares los recibió con el calor agradable y húmedo del clima mediterráneo al bajar de la aeronave. La  acosadora brisa, se enseñoreaba sobre la cabeza de Estela, doblegando el ala ancha de su sombrero, que con dificultad sostenía con una mano. 
Al salir del aeropuerto So Sant Joan, los esperaba un chofer uniformado con un cartel en la mano: “Magistrado Alonso Zambada”. Se aproximaron a él. Se identificó como empleado del Alcalde Mateu Iserm. Le entregó una tarjeta de bienvenida, la invitación a cenar al día siguiente, y los transportó en una limusina al hotel Nixe Palace, en dónde previamente les habían reservado habitaciones. 
            Estela recorrió la espaciosa suite deleitándose con la elegancia y suntuosidad;  asombrada por el recibimiento, le comentó:
Me habías dicho que conociste al Alcalde cuando estuviste en Nueva York como testigo en el juicio del “Chapo”, pero no sabía el grado de estimación que te tenía.
No, es sólo la cortesía a un colega Magistrado. Cuándo le avisé que aceptábamos la invitación, se mostró encantado de atendernos.
Pues disfrutemos su atención y visitemos la ciudad, dijo Estela con una amplia sonrisa…
Comenzaron el paseo disfrutando el transitar por las estrechas calles medievales, caminaron hasta la catedral de Santa María ¾la Seu¾, templo de estilo gótico levantino construido a la orilla de la bahía de Palma, asomado al mar sobre las murallas romana y renacentistas, cuya construcción se inició en el año de 1229después de la conquista de la isla por la Corona de Aragón. El rey Jaime I, decidió derribar la antigua gran mezquita de Medina Mayurca para construir el gran templo dedicado a Santa María. 
El sol del mediodía acrisoló el ambiente y se resguardaron en el manto algente que les tendieron las tres capillas paralelas de la catedral, pretexto para sonsacar la religiosidad de Elisa, que aprovechó la ocasión para orar en cada una de ellas.
Anselmo, desesperado por la tardanza, la rescató de la telaraña celestial apresurándola a seguir el recorrido. Al salir, Estela le confesó que había sentido una emoción tan grande en ese lugar, que se estremeció al punto de llorar; estaba segura que pronto, la vida de los dos iba a cambiar. Aprovechó para decirle que era un descreído, y recalcarle:
¡Ten fe, Anselmo!... ¡ten fe! 
Caminaron a la Fundación y museo de Pilar y Joan Miró ¾el máximo pintor surrealista español. En el lugar, admiraron la reproducción de la pintura: “El bodegón del zapato viejo”, obra que tiene alusiones a la guerra española. También, la cerámica, esculturas y grabados del artista Barcelonés que vivió en la mayor de las Baleares.
Al día siguiente visitaron el castillo de Belliver,  construido entre 1300 y 1311, un sueño gótico de planta perfectamente circular, que desempeñó al principio las funciones de residencia de la monarquía; después de fortaleza y por último, de prisión.
Por  la noche, la limusina del Alcalde pasó a recogérlos al hotel para llevarlos al restaurante Tito’s. Estela vestía un vestido rojo, largo, escotado, de espalda abierta; él, con esmoking.
Los recibió el Alcalde, acompañado por el dueño del establecimiento. 
Les presento al señor Tolo Cursach, dueño del lugar y de media isla, dijo sonriendo. 
Pasaron una velada amena, entre platillos regionales, vinos de la península, plática sobre sus experiencias en la isla. Anselmo, bromeando, se quejó de que con las compras excesivas de Estela, iban a necesitar más maletas; los acompañantes celebraron el comentario.
 Se abordó en las conversaciones, también el tema político; en especial, la actuación del magistrado como testigo en el juicio del narcotraficante mexicano. Se fotografiaron brindando y sonrientes en un ambiente de camaredería.
Pasaron dos días más en la isla. Al regresar al hotel después de un viaje en velero, encontraron en la recepción un juego completo de maletas de excelente calidad, regalo del Alcalde, con una nota de despedida:
“Estimados amigos, espero hayan disfrutado su estancia en esta bella isla. Les deseo un buen viaje y les ruego acepten este presente, como muestra de amistad y respeto al ejercicio profesional del Magistrado.”
Mateu Iserm


El vuelo procedente de Barcelona llegó puntual. Los pasajeros esperaban su equipaje junto a la banda. Un río de  maletas asomó turbio y lento escoltado por el rumor sordo de un mecanismo cansado. La gente, apiñada alrededor de ese gusano, esperaba pendiente sus pertenencias. Anselmo, en la segunda fila, observaba por los intersticios que dejaban los cuerpos, el paso de los equipajes. Los distinguió a la distancia, y como cazador en espera de su presa, dejó que se acercaran las tres grandes y relucientes maletas. Las retiró, metiéndose entre la gente. Al acomodarlas para iniciar la inspección en la aduana, lo rodearon varios agentes, pidiendo los acompañara. Se identificó como Magistrado del tribunal Supremo de Sinaloa. Preguntó ¿por qué se le detenía? Sin contestarle, lo llevaron a un salón apartado y abrieron las maletas: Sólo ropa y enseres personales. Con una sonrisa de satisfacción iba a cerrarlas, cuando un agente desgarra con una navaja el forro… 
Acomodados en la superficie interna de todas las maletas, asomaron pequeños paquetes, conteniendo un polvo blanco.
¡Esta usted detenido por tráfico de estupefacientes! Le espetó el oficial más cercano a él. Tiene el derecho de permanecer callado…
Elisa, apartada del grupo, llorando desesperada, le gritó a la distancia:
¡Ten fe, Anselmo!... ¡ten fe! 


Los medios de comunicación de la mañana siguiente, informaban de la detención del Magistrado, gracias a una delación anónima que incluía las fotografías de su cómplice en el extranjero: El narcotraficante más peligroso de Europa, Tolo Cursachs.


30 de septiembre de 2019