domingo, 30 de junio de 2013

La luz





La luz


Comenzó por unas gotas  desbordando el recipiente que durante años  había  acumulado las  carencias del atraso económico, social y el abandono del Estado a sus obligaciones fundamentales. El beneficio de una pequeña minoría gobernante y su alianza con los grandes capitalistas del país, formó el caldo de cultivo de la corriente de corrupción y violencia que deterioró el entramado social, el orden y la vida cotidiana.
            Al igual que el petróleo derramado en el mar, la ruindad como una mancha cubrió lentamente  a la sociedad con un manto negro y fétido de vileza y odio; se extendió con la impunidad y contubernio de la autoridad formal y pronto pintó de grises y negros el territorio nacional, ultrajando a las poblaciones con robos, secuestros, violaciones y asesinatos.
            Los ciudadanos sometidos bajo su yugo, fueron obligados a desembolsar cuotas para trabajar y vivir; a cubrir rescates y a enterrar a sus muertos sin saber quién o porqué los habían asesinado.
            El país se degradó, la apatía como señal de impotencia comenzó a aflorar en el ambiente. La vida social disminuyó al mínimo en gran parte de las ciudades. Las personas, con un miedo colectivo que las inmovilizaba, se refugiaban en sus casas después de efectuar sus actividades diarias. Se sentía una depresión colectiva en los hogares, las familias ya no reían cuando platicaban durante las comidas. El temor se apropió de las poblaciones maniatándolas con una  esclavitud sin cadenas. Sin embargo, la visión del Gobierno y sus voceros, los medios de comunicación, era distinta: triunfos en los combates contra el crimen organizado, detenciones, rescate de víctimas, tranquilidad en la vida de las poblaciones.
            Con el tiempo, el hartazgo y la necesidad de supervivencia comenzaron a vencer el temor a las fuerzas destructivas. El sentido de solidaridad entre vecinos del pueblo, venció poco a poco al miedo de enfrentar su humillante realidad y comenzaron a organizarse para la defensa de la vida de sus familias y la vigilancia de sus territorios.
            En poco tiempo, lograron detener a gran parte de maleantes y entregarlos a las autoridades civiles y del ejército. Tristemente comprobaron que a los pocos días, estaban libres y actuaban con más saña.
            El pueblo decidió instalar un tribunal popular y someter a los fascinerosos capturados a su juicio. Así, mientras unos eran sentenciados a trabajos forzados para la comunidad, otros fueron fusilados. En poco tiempo, el crimen organizado respetó el lugar.
            El ejemplo cundió y la luz comenzó a encenderse en los poblados circunvecinos. El Gobierno trató de desarmarlos, sin lograrlo y esto incrementó la fuerza de la voluntad del pueblo.
            Se ha iniciado el proceso en distintas poblaciones del país, como en un árbol navideño que irradia esperanza de vida y progreso. La incandescencia, partiendo de la base, ha llegado a las ciudades. Políticos y defraudadores  han acompañado al crimen organizado frente a los tribunales populares.
            La luz está rodeando al árbol y llegará pronto a la punta...




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