martes, 18 de marzo de 2014

Casa de muñecas

Casa de muñecas
Polux

El olor a pino que la madera soltaba al perforar la sierra eléctrica sus entrañas, subía prendido del serrín en surtidores simulando agua esparcida por una fuente en ebullición. Bajo el chirrido estridente, apenas atenuado por los protectores auditivos, se animó la ilusión de Pepe el carpintero, por construir para su pequeña hija la casa de muñecas que tanto deseaba. Ansia de satisfacer el anhelo de su pequeña hija por poseer ese juguete.
            Desde la muerte de su madre, Ana Laura se había vuelto muy reservada, hablaba poco, pasaba mucho tiempo en su recámara, vagaba por la casa con tristeza encajada en los ojos y paseando el rostro inmutable que escondía su dolor por todas las habitaciones.
            Para el carpintero Pepe era difícil establecer comunicación con ella, no se prestaba a platicar más que lo indispensable; parecía culparlo por el deceso de su madre. Con el silencio cortante y frío le recriminaba no haber estado al pie de la cama los últimos días de su vida. Nunca entendió que debía trabajar para sostener los gastos de la casa y los originados por la enfermedad.
            Un día, caminando por el pueblo, Pepe y su hija pasaron por una juguetería. Ana Laura vio una hermosa casa de muñecas en el aparador, totalmente amueblada habitada por una familia pequeña: los dos padres y una hija. Por primera vez en mucho tiempo, cambió su vacía e inmutable expresión, mostrando interés en algo. Quisieron comprarla y no alcanzó el dinero, por lo que el carpintero prometió a su hija hacerle una mejor.
            El día de su cumpleaños Ana Laura recibió el preciado regalo. Al desenvolverlo encontró que era una hermosa casa blanca con techo de tejas y amueblada completamente. En la planta baja: sala, comedor, cocina y porche. En la parte alta, tres recámaras. Y una familia pequeña: papá, mamá e hija.
            Desde el primer día la casa de muñecas quedó ubicada en una mesa lateral de la sala. Dentro de la casa, en la habitación de los padres, la madre  siempre en cama. El padre y la hija cambiaban indistintamente de lugar.
            Después de un tiempo prudente de luto, el carpintero Pepe comenzó a llevar amigas a la casa, con el fin de que su hija las conociera. Ana Laura era presentada e inmediatamente se recluía en su recámara. Al día siguiente, aparecía una burda figura femenina de papel aplastada por una piedra, afuera de la puerta de la casa de muñecas. Se hizo así, un valor entendido de la inconformidad con las invitadas.
            Con la asistencia a la escuela comenzó a disminuir la depresión de Ana Laura. Su carácter cambió al tener amistades, frecuentaba a su amiga Aurora, hija de la maestra de inglés.
            Pepe el carpintero, era requerido por los padres de los compañeros de Ana Laura para hacer trabajos. Así, logró prestigio y adquirió estabilidad económica. En una ocasión en la que estaba trabajando en varias casas, llegó cansado a su casa por la tarde. Se sirvió una bebida y en la sala encendió la televisión. Veía distraídamente un programa deportivo cuando desvió la mirada hacia la casa de muñecas y algo llamó su atención: la muñeca madre no estaba sobre su cama, la buscó y no la encontró. No quiso comentar nada a su hija, decidió esperar que ella lo manifestase.
            Dese día, cuando llegaba del trabajo, distinguía los cambios habidos en la casa de juguete. El muñeco del padre y de la hija seguían en distintas partes, pero la madre no aparecía por ningún lado.
            Llegaron Aurora y Ana Laura apresuradamente por la tarde y encontraron al carpintero viendo un programa de televisión. Le hicieron el comentario de  que iban al cine con la mamá de Aurora y lo invitaron a acompañarlas. Terminada la función fueron a cenar. La plática agradable y amena prolongó la noche y abrió un resquicio de ánimo en la soledad de Pepe.
            El carpintero fue entregando los trabajos pendientes. Sólo quedaba el closet de la maestra, lo terminaría al día siguiente —pensó. Al llegar a la sala, revisó la casa de muñecas, y encontró junto a la figura que representaba a su hija otra similar del mismo tamaño. Quedó sorprendido ¿Cuál era el significado? ¿Una amiga, una hermana?¿Cómo lograr que su hija expresara sus sentimientos?
            Al terminar terminar el closet puso las puertas sobre el riel y la ajustó. Escuchó una voz detrás de él:
            —Qué pasa don Pepe ¿Ya terminó?
            —Ya casi, aseguro estos tornillos y queda listo.
            —¿Se toma un refresco?
            —Con gusto.
            La maestra llegó de la cocina con una charola, dos refrescos y acompañada de su hija.
            —Se llevan muy bien las muchachas, son excelentes amigas, hasta parecen hermanas ¿No lo cree? Van a salir en el bailable de fin de año. ¿Va asistir, don Pepe?
            —Sí, pienso ir. “La maestra es viuda también, tal vez…”
            De regreso a casa lo acompañaron emociones olvidadas, entusiasmo anticipado, sueños y anhelos aflorando inquietudes de una vida nueva. 
            Se sirvió una bebida y al entrar en la sala observó en la casa de muñecas a las dos amigas, en el dormitorio matrimonial la figura del padre y de una mujer en la cama, y en el porche, un pequeño ataúd con una cruz en medio…
18 de marzo de 2014




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