martes, 22 de mayo de 2012

El capullo


El capullo
Jorge Llera Martínez

Luisito salió al jardín, el sol bañaba las plantas y sus flores radiantes se abrían para recibir   los rayos de luz. Caminaba pateando piedras, cuando vio en el tallo de una planta un objeto café. Lo iba a tomar, cuando su madre lo detuvo y le dijo que no lo desprendiera porque era un capullo. Le explicó que los huevecillos de las mariposas se convierten en orugas, que son unos gusanitos que comen las hojas de las plantas y que para llegar a ser mariposas se envuelven en una capa de seda que ellos mismos tejen con su saliva y que después de algún tiempo, salen ya convertidos en bellas mariposas.
Luisito dijo que esperaría el día en que saliera la mariposa para ver sus colores y como comenzaba a volar.
Pasaron los días y  Luisito estaba cerca del capullo espera que te espera.
Regresaba de la escuela y lo primero que hacía era ir a ver su capullo. Comía y regresaba a verlo. Jugaba por la tarde en el jardín, siempre observando su capullo.
Y sucedió que un día, después de algunas semanas, observó que su capullo comenzaba a cambiar de forma, como que le salían chipotes, después desaparecían y aparecían en otra parte. Por fin se rompió el capullo en una pequeña parte y apareció una pata, tardó un poco más y salió la segunda. Poco a poco, la cabeza, las alas y las cuatro patas restantes.
Una vez afuera del capullo, la mariposa comenzó a batir sus cuatro alas para que se endurecieran y pudiera volar.
Era una bella mariposa de alas color azul que brillaban con la luz del sol. Agitó sus alas con fuerza y voló sin rumbo hasta posarse en la primera flor que encontró. Bebió un buen trago de néctar y emprendió su vuelo por la vida.
Luisito corrió tras de ella por un rato hasta que se cansó y comprendió que debía y despedirse para siempre de su amiga; y agitando su mano la vio partir.      
11de diciembre de 2011.

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