jueves, 24 de mayo de 2012

Liberación


Liberación
Jorge Llera Martínez
Abrió los ojos y confusamente pudo distinguir la habitación iluminada por una lámpara de luz neón. Le dolía todo el cuerpo, pero especialmente no soportaba el dolor de la cabeza; trató de tocársela y no pudo mover el brazo izquierdo; lo intentó con el derecho y a pesar del dolor tocó la venda que la cubría, sintiendo una fuerte punzada que le hizo gemir levemente. Le molestaba el roce de la cama con su cuerpo.
Oyó la voz de su madre a lado y la de Dolores, su pareja, platicando entre susurros. No se habían enterado de su despertar.
- No acabo de entender ¿Cómo fue que tropezó y cayó?, si a las once de la mañana no hay multitudes esperando abordar. Yo le he dicho que sea cuidadoso y que  espere detrás de la raya amarilla.
- Tal vez se distrajo y no se dio cuenta de la cercanía al límite. Últimamente ha estado muy pensativo y por más que le insisto en que me cuente sus problemas, no logro que me diga nada. Parece estar en constante malhumor.
- Bueno…te diré que no sé qué problemas haya entre ustedes, pero conmigo siempre ha sido un buen hijo, obediente y disciplinado. Con decirte que en la escuela nunca bajó de diez...en conducta, claro.
- No, problemas no hay, él es una persona tranquila y cálida, con un temperamento dulce y un trato suave, aunque últimamente se ha mostrado retraído y solitario, parece que algo le molesta. Y cada vez que le ordeno algo,  siento que lo rechaza de origen.
- Sugiero que no le ordenes.
- ¿Cómo usted lo hace  continuamente?
- Pero, yo soy su madre y me debe respeto y obediencia.
Viendo que la conversación podía llegar a un enfrentamiento, como ya había sucedido en otras ocasiones, Antonio decidió darse por despierto. Se quejó un poco más fuerte.
Se oyó el ruido del movimiento de las sillas al acercarse ellas a la cama.
- Tony, bebé ¿Cómo te sientes? - dijo la madre.
- Mi amor, que bueno que  despertaste – enfatizó Dolores.
- ¿Cómo quieres que me sienta? me duele todo el cuerpo.
- Tienes fractura del cráneo, dos costillas y el fémur, además de raspones y moretones por todo el cuerpo - dijo la madre- ¿Cómo se te ocurrió ponerte tan cerca de la línea?, siempre te he dicho que tengas precaución, ¿No te cansas de mortificarme?
- Señora, yo soy la más afligida ¡Imagine lo que sentí al enterarme y pensar que me podía haber quedado sola! – expresó Dolores alterada.
El dolor, al estar consciente, se hacía más agudo; por lo que Antonio les pidió solicitaran a la enfermera un calmante y pidió  lo dejaran dormir.
Una vez sólo y con el efecto del tranquilizante iniciando su acción, comenzó a revisar la habitación; los rayos del sol al atardecer entraban por la ventana, filtrándose por el cortinar de tonos verdes y ocres.
En ese estado pasivo, comenzó a oír la música de una canción, que le recordaba un fin de semana pasado con su padre en una cabaña del bosque, entre pinos y un río cercano. Añoraba aquellos paseos por el camino arbolado y en el jardín que rodeaba la cabaña, al calor de una plática amena y profunda en relación a la vida y sentimientos de ambos. En un fin de semana lo conoció más que en gran parte de su vida. A través de los años, veía  frecuentemente la  fotografía que se tomaron en la sala de la cabaña y recordaba aún el olor de las cenizas en la chimenea.
Antes de quedarse dormido, concluyó que su padre al cruzar imprudentemente la calle y al no atender al grito estruendoso de su madre… ¡Antonio detente, está el alto!, había encontrado  al fin su liberación.
Él...iniciaba el proceso de desobediencia.
19 de diciembre del  2011.

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